María Teresa Campos tiene 72 años, pese a que no los aparente su jovialidad y su peinado, con una mecha azul que parte de su frente. Nació en La Vila Joiosa, quiso casarse con el amor de su vida cuando éste se mató en un accidente en el año 62. Cuando ella tenía 24 se casó con otro, que en apenas tres años le dio cuatro hijos. Cuando llegó el quinto su marido la abandonó por una alemana. Ella, que había dejado su trabajo de maestra de gimnasia para cuidar de los primeros hijos, tuvo que cerrar por esa separación la peluquería que montó cuando eran más mayores. No volvió a casarse y dedicó su vida al cuidado de sus hijos y a trabajar de peluquera y limpiando escaleras en Benidorm. Hoy, comparte pensión de viudedad con aquella alemana. En el reparto de ésta a María Teresa le corresponden 350 euros, que es la cantidad que abona mensualmente, desde principios de verano, por el alquiler del local donde ha decidido empezar de cero como empresaria.

Lo hace también por uno de sus hijos. En los 80 María Teresa también fue madre coraje. Hoy, cuenta muy orgullosa que su hijo "lleva limpio 14 años mientras algunos de sus viejos amigos han ido muriendo o siguen a la deriva". Ambos viven en un piso de alquiler que no pagan desde hace dos años. La propietaria no tiene problema en ello, y le dice que no se agobie. María Teresa la cuidó varios años y ahora recoge el fruto del agradecimiento por las atenciones que deparó a su casera, de quien habla verdaderas maravillas. Aun así, dice que su pensión no da para vivir dos personas. Por eso, y porque sabe que cuando ella falte su hijo quedará desamparado, ha montado el negocio. "No quiero que le pase como al hijo de Lola Flores, que se fue con ella, el mío tiene que seguir bien y tirar hacia adelante".

Así que se puso el mundo por montera y a comienzos de verano invirtió lo único que le queda, su pensió de viudedad, para abrir un negocio con sus 72 años. Lo ha dedicado a aquello que le enseñó a hacer su madre y que hoy no son capaces de hacer las nuevas generaciones: coser. Su empresa se llama "El Didal de María Teresa Campos" y está ubicado junto al ambulatorio Santa Marta de La Vila.

Su hijo colabora en la economía familiar buscando chatarra por las mañanas. Por la tarde, recibe clases de corte y confección, para poder continuar con la empresa recién creada.

De momento trabajo no les falta. Apenas abrieron, recibieron muchos encargos de trajes festeros. Ahora también tienen otros tantos para arreglar o rehacer prendas. "Mis precios son muy económicos y por eso no paro de trabajar", explica. Aun así, como en todo negocio, al principio hay más gastos que ganancias y reconoce que tuvo que ir hace poco a Cáritas a pedir alimentos.

"Aunque me conocen no me dio vergüenza, cuando algo se necesita se tiene que pedir", dice. Eso sí, añade que no se lo pidió a sus hijos. "Ellos ya tienen suficiente con sus hipotecas". Además, enfatiza que la ayudan en todo lo que pueden. Uno le está decorando el local, haciéndolo atractivo para la clientela joven. "Todo lo ha hecho mi hijo pequeño, que es peluquero en Benidorm, buenísimo, y que tiene una creatividad increíble, como todos los gays", dice satisfecha en un local de lo más pop, donde se mezclan tapicería de cómic, sillas rosas fúcsia y antiguas fotografías en blanco y negro.

Las imágenes relatan un pasado lejano e increíble. Porque sentarse a tomar un café con María Teresa es como ver un serial de televisión. Su vida es una historia increíble, sobre todo porque a buen seguro ninguno de sus antepasados pensaría que en la vejez una de sus descendientes tendría que empeñar la pensión para trabajar.

Es hija del recaudador de impuestos de Benidorm, Tito "el paraguayo", apodo que le pusieron por nacer en Paraguay. Un hombre "a quienes muchos hoteleros debían favores, y gracias a ello años después pude contar con su ayuda cuando necesité dinero para la fianza de mi hijo", relata ella, citando los nombres de cada persona que le echó un cable cuando lo necesitó, pese a que su padre ya había fallecido.

A su abuelo materno le llamaban "Miquel de Elx". Fue el inventor de las máquinas eléctricas de hilar, considerado vilero ilustre por saber leer y escribir. El hermano de su abuelo se puso el sobrenombre de Juan de la Herrería, y sería un famoso ceramista valenciano. Su sobrino carnal es desde hace años diputado nacional del PSOE...