El día amaneció triste y nublado varias horas antes de que nadie pudiera vislumbrar aún la tragedia. Las nubes amenazaban lluvia cuando, al filo de las siete de la mañana, cerca de dos centenares de vendedores comenzaron a montar los puestos en una nueva jornada de mercado en La Cala de Finestrat. Pero la normalidad de otros muchos viernes, cuatro horas más tarde, se tornó en un desastre de fatales consecuencias y con demasiados afectados, ninguno de los cuales podrá olvidar lo vivido durante la mañana de ayer. "Es algo que no se puede contar. Yo no había visto nunca nada igual, sólo en la televisión, el agua bajaba a cien kilómetros y la gente corría de un lado a otro, agarrándose como podía". Así relataba los hechos un joven, vía teléfono móvil, lo que vivió en primera persona durante 25 minutos en el cauce del barranco de La Cala.

"Al final ha tenido que pasar una desgracia". Es la opinión del propietario de un restaurante de la playa de Finestrat, pero que también se repitió ayer sin cesar entre muchos otros vecinos. Los comerciantes y residentes se encontraban entre la sorpresa y la indignación pues las inundaciones en la zona son constantes, aunque nunca habían sido tan trágicas. Ayer sí que lo fueron, y, según expresaron numerosos testigos, había más de un motivo para la indignación: "Nadie ha venido a auxiliarnos".

Leandro Cortés y Natividad Grande son dos vecinos de La Cala. El primero, vio desde su balcón lo que estaba ocurriendo en el mercadillo y llamó "inmediatamente al 112, pero no nos han hecho ni caso, porque han tardado un montón en acudir a ayudar a la gente". La segunda afirma que repitió el esquema, aunque con los mismos resultados. Por eso, se atrevieron a bajar hasta las proximidades del barranco para aportar su pequeño granito de arena. Y como ellos, otros muchos comerciantes y vecinos de La Cala se quejaron ayer a este diario por la tardanza en la llegada de policías, bomberos y ambulancias para asistir a los damnificados.

La falta de ayuda profesional obligó a cada cual a escapar a su manera. Muchos, agarrándose de hierros y coches o trepando por los muros laterales que bordean el cauce del barranco en el que estaba el mercadillo. "Pensaba que no salíamos", señaló María, otra comerciante que logró huir gracias a la cercanía de un edificio a cuya valla se parapetó y que horas más tarde explicaba que este mercado es muy frecuentado "por gente mayor, también había mujeres con carritos, menos mal que nos hemos ayudado entre unos y otros porque ha sido un susto grandísimo".

Pequeños grandes héroes

La rapidez con la que se produjeron los hechos también hizo que algunos vendedores y vecinos se convirtieran en pequeños grandes héroes para ayudar a sus compañeros a salvar la vida. Es el ejemplo de Juan Rodríguez, un vendedor de etnia gitana que junto a su hijo mayor agarró a otro comerciante, procedente de Ecuador, al que se llevaba la corriente. "Y que sepas que lo volvería a hacer una y mil veces", indicaba a José Jorge Morales, el hombre al que salvó de la riada, y que no podía contener las lágrimas de la emoción al reencontrarse con su familia. "Nosotros somos amigos, nos vemos aquí todas las semanas, ¿cómo no iba a ayudarle?", señalaba Juan Correa minutos después a este diario, tras explicar cómo vieron a José Jorge: "Es tan chiquitillo que el agua le arrastraba y, si no llegamos a verlo, se cae dentro de la acequia y a saber...".

Gritos a las autoridades

La llegada de las autoridades locales, comarcales, autonómicas y nacionales hasta el lugar del desastre, lejos de apaciguar las quejas, levantó más aún la indignación de los afectados. Algunos de ellos increparon a gritos a los representantes políticos, primero por no advertir a los comerciantes de lo que podía ocurrir y después porque "no nos han hecho caso cuando hemos llamado al número del 112".

Sobre este punto el conseller de Gobernación, Serafín Castellano, dijo sobre la zona no tener conocimiento de estos hechos, aunque manifestó que "las llamadas que se realizan a este servicio quedan grabadas y, por tanto, será fácil verificar cuántas se registraron y cuándo se avisó a los servicios de emergencias". Castellano indicó que "lo primero es atender lo que hay que atender, que en este caso son los afectados, y como todas las llamadas quedan grabadas, se dará con toda transparencia del mundo la información que haya que dar". Inicialmente, lo que sí está confirmado es que los datos aportados ayer por el Centro de Coordinación de Emergencias indican que "el aviso al 112" entró "a las 12.21 horas".

Y, además de la demora de los servicios de emergencia, la crítica general entre los afectados se centró también en una pregunta primordial: "¿Cómo sabiendo que esto es una zona inundable permiten un mercadillo en un día de lluvia?, insistieron en preguntar vecinos y vendedores. Uno de ellos recordó que en "abril o mayo pasado hubo otra inundación en esta misma zona, más pequeña que ésta, pero es que yo recuerdo en septiembre en 2007, creo que fue, hubo otra igual, una tromba así, pero ese día no estaba el mercado". Otro de los comerciantes recordaba que "hay un proyecto pendiente para arreglar el barranco desde hace no sé cuántos años"... Y, sobre todos estos recuerdos, nadie de los que vivió la riada de ayer en La Cala duda en una afirmación: "Esta tragedia se podía haber evitado".