"Teníamos menos medios, peores vehículos, uniformes menos vistosos". Así eran los guardias civiles de los años 50, 60 y 70 y así los describió ayer el coronel de la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante, Antonio Bernabé. Vivían y trabajaban además en un país mucho más difícil. "Junto a otras instituciones, dábamos los primeros pasos, hay que reconocer que aún muy tímidos, hacia la modernización de España", añadió Bernabé para explicar aquella guardia civil y aquellos tiempos. Los que un sargento del cuerpo, Juan Miguel Ruiz, plasmó a lo largo de aquellas décadas en las fotografías que integran una exposición inaugurada ayer por el alcalde de Benidorm, Agustín Navarro, en el Espai d´Art.

Son imágenes en las que Ruiz retrató no sólo a sus compañeros sino también un país ahora ya perdido, congelado en blanco y negro, algo mísero. Retratos de Benidorm, de la Vila, de Calp, de Finestrat, que fijan en la memoria una tierra ancestral. Con escenas cotidianas de guardias civiles que paran a fumar un cigarro con los lugareños, mujeres vestidas de negro, obreros que miran a la cámara con timidez y quizás intercambian con el agente de turno un comentario banal sobre el calor o el frío antes de volver a sus quehaceres y proyectarse hacia un futuro que desconocemos.

Las fotografías captan símbolos de lo que ya no existe: Un coche 600 aparcado junto al destartalado cuartel de Finestrat; el cuartel de la plaza de Santa Ana en el Castillo de Benidorm, con la isla al fondo; aquellas motos con paravientos de lona y plástico y aquellos motoristas con casco redondeado y grandes gafas para protegerse del polvo de los caminos; una bicicleta rudimentaria de otro agente en el cuartel de la Fosa de Calp, en 1967; la tradicional pareja de guardas civiles de toda la vida, junto a su cabo; una imagen impagable del Parque de Elche en Benidorm, donde el compañero de Ruiz está rodeado de un camello-taxi y la jaula de monos que existía entonces, allá por el 65; otro guardia con capote junto a un añejo cartel publicitario de Osborne, año 59. Y junto a lo que ya no existe, las imágenes también reflejan lo que empezaba a existir: un desfile del cuerpo del año 73 en Benidorm muestra los esqueletos de los primeros edificios modernos en la calle Ruzafa; otra del 65, el inicio de las obras del actual cuartel.

Y entre todas esas miradas se suceden también actos extraordinarios -visitas de gente ilustre, conmemoraciones, condecoraciones, desfiles- de los que merece destacar dos: una labor de vigilancia de una avioneta caída en 1967 en la carretera entre Benidorm y Altea; o el recibimiento en la Vila en el 66 de los niños de la Operación Plus Ultra, seleccionados por sus buenas acciones y que un famoso programa de radio de la Ser paseaba en aquella época por toda España.