En enero de 2010 el párroco de la iglesia de la Asunción de La Vila Joiosa, Juan José Ortega, alertó ante el deterioro que sufría la estructura del templo, declarado Bien de Interés Cultural por la Generalitat Valenciana, al ser la única iglesia-fortaleza del siglo XVI de toda la Comunidad Valenciana. Las grietas en sus gruesos muros, en su tejado y en su torre indicaban que podría suceder un desenlace fatal: su derrumbe. El deficiente estado de su estructura también suponía un riesgo de colapso incluso para la bóveda de la capilla de Santa Marta, patrona del municipio, que no ha sido restaurada en más de 50 años pese a que durante las fiestas de Moros y Cristianos, más de 4.000 vileros acuden a ella para mostrarle su devoción.

Ante esta circunstancia, el párroco apostó por movilizar a sus feligreses y pedir subvenciones a las diferentes administraciones para poder afrontar una rehabilitación urgente de la parroquia. Con la crisis, fueron cero las ayudas logradas de la Administración, pero el capital conseguido de las pequeñas aportaciones dadas a la causa por sus parroquianos y vecinos, "a excepción de un par de donaciones más fuertes", y una consignación del Obispado de Alicante, lograron reunir cerca de 30.000 euroa para poder acometer las obras más urgentes en el tejado del templo, que comenzaron a ejecutarse a comienzos de mes. La CAM también se sumó a la causa y aportó fondos para restaurar el interior de la capilla de Santa Marta, actuación durante la cual se descubrió un sillar romano que pudo haber formado parte de la cimentación de uno de los monumentos del foro de la ciudad.

Ahora, para que la actuación sea completa, pondrá a la venta las tejas azules de la cúpula de la capilla (que se mantienen medio sueltas y viejas) para recaudar fondos para su rehabilitación exterior. "Tenerla estupenda por dentro, y que se deteriore por las humedades y goteras, es algo que no podemos dejar que ocurra", explicó. Así, el párroco, llegado apenas hace dos años a La Vila, está dispuesto a dejar la vieja iglesia-fortaleza en las mejores condiciones que lo ha estado durante siglos. "En su día, en la Edad Media, la gente encontró refugio entre sus muros, hoy son sus muros los que necesitan ayuda", apuntó el cura.

Sabe que su movilización para restaurar un edificio que es patrimonio de la Iglesia tiene sus detractores, más cuando el Obispado está pagando la construcción de una costosa nueva parroquia a la entrada de la población. Pero eso no es óbice para creer que su objetivo es posible. "La nueva parroquia tendrá espacio para Cáritas, será más moderna, accesible... pero esto, no es sólo una iglesia, es un monumento que pertenece a todos".

Por ello, enfatiza su agradecimiento a los feligreses que han dado al cestillo para las obras. "Sobre todo, gente humilde". También agradece las donaciones, aportadas por vecinos del casco antiguo que, sean o no creyentes, y aunque nunca acudan a misa, han dado también algo para la restauración del templo, bien de forma directa, en la iglesia, o en las huchas que durante meses han estado en pequeños comercios de la zona. Gracias a ello, el comienzo de las obras este agosto ha sido posible.

Las mismas consistirán en arreglar las deficiencias más graves de la fortaleza. Según explicó el párroco, éstas se encuentran en el denominado "paseo de ronda", tejado y torre, y las medidas dispuestas forman parte de un proyecto de restauración integral redactado por la Universidad de Alicante en 2009.

Así, el proyecto total, por el momento, no se acometerá, sino sólo lo urgente. De no hacerse, con colapso o sin él la iglesia tendría que cerrar sus puertas temporalmente a tenor del resultado de la Inspección Técnica del Edificio que ha tenido que pasar como el igual que el resto de inmuebles del casco antiguo. "Hemos pedido una moratoria para ejecutar lo que la inspección dice, arreglando ya los aspectos más urgentes", explicó Ortega.

La Universidad de Alicante también ha redactado el proyecto básico de ejecución para reparar la capilla de Santa Marta por fuera. El mismo ha tenido un coste de 1.600 euros, pagados por la parroquia. El coste total de la obra es de 36.870 euros. La licencia para su ejecución ya ha sido solicitada a la Conselleria, que es donde corresponde al tratarse de un Bien de Interés Cultural; y a partir de septiembre, el párroco comenzará a tramitar las solicitudes para intentar obtener subvenciones, de nuevo, de todas las instituciones.

"Ahora no tenemos dinero para restaurarla, pero no podemos esperar. Los trámites son largos, autorizaciones, licencias, etc". En el proyecto de la capilla, cuya dirección de obra corre a cargo del arquitecto de la Universidad de Alicante Miguel Louis se incluye el levantamiento de las cejas de cerámica (muchas de las cuales no son las antiguas sino de peor calidad por una restauración deficiente en la década de los 60); revestimiento en las paredes exteriores; sellado de grietas; y restauración de pintura y sillería en la cubierta.

Por el momento, también antes de fin de año, pondrá en venta las tejas azules de la capilla de Santa Marta, enmarcadas, para que todo aquel que colabore con la causa pueda mostrarlo en las paredes de sus casas.

Una idea llegada de San Jaime y Santa Ana

La idea de cubrir costes mediante la venta de las tejas que hasta la fecha han dado cobijo a la santa de La Vila llega de Benidorm, y por eso, incluso la elección de la empresa que realizará los trabajos será la misma, según confirmó el párroco. Eso sí, lo que aún no sabe es si, al igual que ocurrió en Benidorm, la parroquia vilera podrá contar con fondos del Ayuntamiento y de la Consellería de Cultura para poder hacer frente a los arreglos. De momento, según destacó Ortega, al menos del Ayuntamiento recibe apoyo en lo que se refiere a licencias y asesoramiento, aunque no de fondos. Por otra parte, sabe que contar con fodos de la Consellería podría acaerrar problemas a la hora de pagar a la empresa, como ya pasó en Benidorm. Allí, el párroco de San Jaime y Santa Ana tuvo que poner colorada a la exconsellera de Cultura en plena campaña ante el impago del capital que se comprometió a sufragar.