El botellón se resiste en Benidorm. Después de triplicar la presencia policial para atajar la ingesta de alcohol en la playa, no sólo por los problemas habituales de esta práctica, sino por las enormes complicaciones para su limpieza, parece que ahora se ha conseguido desviar el botellón fuera de la arena. El pasado sábado, miles de personas bebían en la calle, dispersos por la ciudad o en el mismo Paseo de Levante, aunque fuera de la arena.

Algunos grupos de jóvenes se aglutinaban en torno a los maleteros de sus coches, en cualquier calle del centro, para beber, otros aprovechaban rincones poco iluminados o soportales y todos eran unánimes, no están dispuestos a dejar de hacer botellón y "es por los precios".

También frente a la playa se aglutinaban los jóvenes cargados de bolsas con bebida. Los trabajadores de los bares comentaban además que, desde que se aplica la nueva ley antitabaco, la entrada a los establecimientos es un hervidero de gente bebiendo en vasos de plástico facilitados por los propios locales para poder fumar y que a pesar de los esfuerzos de camareros y porteros por mostrar las papeleras de sus establecimientos la "mayoría pasa y al final todo acaba hecho un asco". Los problemas de limpieza y de imagen para Benidorm siguen, pero han pasado de la arena al asfalto.