Si cualquier joven con una actividad física normal les retase a una carrera en bici, pese a sus 70 u 80 años cumplidos, haría el ridículo. Los pensionistas extranjeros que residen en campings de forma permanente en Benidorm son un ejemplo de que el tiempo no pesa si uno sabe llevarlo. Y quizá eso, su forma física, sea lo único que llame la atención de ellos, haciéndoles visibles en la ciudad de los rascacielos. Sin embargo, constituyen una comunidad de vecinos sin la cual muchos negocios, principalmente supermercados, tendrían que echar el cierre. Una cifra: sólo en abril, según publicaba el INE esta semana, hubo en Benidorm 130.000 pernoctaciones en sus campings. Según la Asociación de Campings de Benidorm y comarca, cerca de la mitad lo hacen de forma permanente de ocho a once meses.

Contrariamente a tópicos erróneos, eligen como residencia los campings no porque sean más baratos que otros establecimientos hosteleros sino por el tipo de relaciones que encuentran en éstos, por sus servicios, y por poder estar en contacto con la naturaleza. De hecho, afirman que no podrían pasar diez meses encerrados en apartamentos de Benidorm, porque no encaja esa forma de vivir con su filosofía. "Aquí hacemos muchos campings, tenemos una gran vida social, que para nosotros es lo más importante, no nos gusta llegar a un lugar donde la puerta se cierra para no ver a nadie. No va con nosotros". Habla Ben, un holandés de 67 años que junto a su mujer, Will, pasa todo el invierno en el camping Armanello de Benidorm. Está tomando café, sentado a la sombra de varios árboles en la mesa que otro matrimonio belga, Julian y Monique, tienen junto a su "hogar sobre ruedas". Julian apostilla: "Nos gusta estar fuera, estar en contacto con la naturaleza, la vida libre... y bañarnos en la piscina -no climatizada- todo el año". Ambos matrimonios llevan unos seis años residiendo en el mismo camping entre septiembre y junio. El próximo día 18 recogerán todo para marchar, ligeros de equipaje, a su país. "No llevamos casi nada porque volveremos después del verano", explican. Dejan aquí sus caravanas y viajan sólo con el coche. Con él puede incluso que se visiten en sus países de origen. "En el camping se hacen grandes amistades que mantenemos en verano aunque cada uno vengamos de un país diferente. Nos visitamos y así seguimos viajando", explican.

Su pasión por viajar fue lo que les hizo a muchos descubrir Benidorm como residencia de invierno. "Mi idea era viajar con la caravana por Europa todo lo que pudiera cuando me jubilara, pero el primer año llegué aquí, y me gustó tanto que me quedé", explica Ben. Su amigo asiente sonriente. Algunos, según relata el propietario del camping, Juan Delgado, incluso vuelven después de que la experiencia de residir en el camping les llevara a comprar una propiedad inmobiliaria en la zona. Es el caso de una vecina de estos matrimonios, que tras quedarse viuda cerró su chalet en La Nucía para regresar a la roulotte. "Aquí tienen mucho ambiente y no les falta de nada", relata. Tanto es así que su vida parece transcurrir paralela a la de Benidorm.

No hablan español. La mayoría ni lo intenta. Pero todos chapurrean el inglés. Con él se entienden entre alemanes, suecos, belgas, holandeses, francesas, escoceses y, por supuesto, ingleses. Tampoco saben nada sobre lo que ocurre en la política local, pero sí reivindicar que se mejore lo único que consideran que está mal en la zona y a años luz del resto de Europa. "El carril bici y la educación vial respecto a los ciclistas". Tampoco están al día de los espectáculos y divertimentos que ofrece la capital del turismo. "Sólo vamos a los parques cuando vienen los hijos con los nietos, entonces si vamos a visitar muchos lugares, pero el resto del tiempo no nos hace falta, aquí tenemos nuestras barbacoas, hacemos nuestro bingo, nuestras fiestas..." dicen. "Sobre todo cuando está el soltero", apunta una de las mujeres. Sí, también es el paraíso para solteros septuagenarios. "Se liga mucho", dicen ellas sonriendo.

Continuando con las salidas, explican que habitualmente solo las hacen para ir a supermercados y para hacer ejercicio. Pese a que lo primero lo hacen pedaleando remarcan la diferencia. Ejercicio, aunque uno pase los 70, es subirse a hacer rutas por las colinas de Sierra Helada.

Un sector que ha sabido reciclarse

Aunque la historia de este tipo de establecimiento en la ciudad cuenta con 40 años a sus espaldas, lo cierto es que no fue hasta mediados de febrero de 2010 cuando se constituyó la Asociación de Campings de Benidorm y comarca. Se hizo con el fin de aunar conocimientos, esfuerzos y recursos en la promoción del negocio del camping. En la constitución de la misma participaron inicialmente nueve campings con una capacidad de aproximadamente 11.000 plazas. En ellas se generan en torno a 120.000 pernoctaciones en temporada baja, de las que algo más que un 40%, según cifras aportadas desde el sector, pertenecen a huéspedes permanentes.

Además, al igual que los hoteles, estos empresarios de Benidorm, desde hace una década, vienen realizando una fuerte inversión en mejorar sus establecimientos. Lejos de simples parcelas donde montar la tienda de campaña o aparcar la caravana, ahora disponen de bungalows con aire acondicionado y calefacción, piscinas, gimnasios, yacuzzis, restaurantes, servicio médico, y todo tipo de comodidades. Son además los primeros que comenzaron a optimizar la aplicación de energías renovables, desde reutilización de aguas a uso de energía de biomasa.