Repite hasta aburrir, pero sin convencer, que está apartado de la política, que no volverá y que por nada del mundo pretende influir en la campaña electoral, pero el día que comenzó se dejó caer por la romería de la Santa Faz de Alicante y después comió en un céntrico y conocido restaurante de Benidorm con sus amigos de siempre (algunos de ellos altos cargos durante su etapa al frente de la Generalitat) y ayer, cuando finalizaba la contienda, lo hizo en Altea junto al candidato popular después de haber arropado la noche anterior a Mónica Lorente en Orihuela. Asegura que si quisiera dar mítines lo haría y reitera que no está en campaña. Pero, para no estarlo, ha hecho más bolos que algunos candidatos de su partido.

Ayer en Altea, donde acudió invitado por una asociación gastronómica para participar en una comida-coloquio con Miguel Ortiz y un grupo de empresarios (a la que también fueron Miguel Peralta y Juan Manuel Cabot), Eduardo Zaplana volvió a ser, si alguna vez ha dejado de serlo, el mismo político de siempre capaz de esquivar sin perder la sonrisa aquellas preguntas que no quiere o no le interesa responder pero dejando claro donde está y, lo recalca, que es leal a su amigos. Y a esta lealtad aludió para explicar por qué ayer estaba en Altea y la noche anterior en Orihuela. "Porque me han invitado, como hubiera ido si lo hubiera hecho Gema Amor", precisó a preguntas de los periodistas.

Sin perder la compostura, el exministro de Trabajo resistió sin soltar prenda todas las cuestiones relativas al futuro político de Amor, a si su escisión del PP se puede considerar valentía, osadía o traición o a la relación que tiene con la alcaldable por el CDL. "En Benidorm y en toda la provincia tengo muchos amigos, desde militantes del PP y del PSOE hasta de EU, pero estoy al margen de la actividad política desde 2008 y mi actitud es la distancia y la prudencia, ni he valorado lo que hizo Gema Amor cuando se marchó y tampoco voy a hacerlo ahora", dijo el expresidente de la Generalitat, que tampoco quiso entrar en si, como dijo la expopular, no ha sido tratado como merece en esta Comunidad. "Sería abrir una polémica y hay cosas de las que no deseo hablar en campaña electoral. Ahora no. Quizá después", avisó.

Consciente, aunque lo niegue, de que su sola presencia consigue desatar el nerviosismo entre sus compañeros de partido (zaplanistas hace unos años y hoy prácticamente todos transmutados al campismo, salvo excepciones tan contadas que se les pueden poner nombres y apellidos), Zaplana se limitó a aseverar: "todo el mundo sabe quién soy, cómo soy y quiénes son mis amigos de verdad. No voy a renunciar a eso. Créame que si quisiera provocar nervios, sé cómo hacerlo".

Quien se puede atribuir el logro de haber unido la derecha en esta Comunidad insistió en que dejó la política voluntariamente "pudiendo haber seguido siendo diputado" y, a preguntas de este diario, agregó que su marcha "es irreversible. Ahora estoy en otra cosa y quiero seguir en ello. Mi etapa política concluyó".

No quiso opinar el exlíder popular sobre el caso Gürtel ni acerca de la imputación de altos cargos del PP pero sí precisó, en contra de la línea que vienen manteniendo los populares, que "se equivocan" quienes piensen que las concentraciones de jóvenes que se están produciendo "responden solamente a un objetivo y no a múltiples sensaciones y manifestaciones de la que gente que acude ahí". Lejos de culpar a Rubalcaba, como han hecho otros compañeros de partido, el directivo de Telefónica añadió que "este tipo de concentraciones no son fáciles de analizar y, en cualquier caso, merecen un respeto y un estudio adecuado".