Que en tiempos de comparecencias de prensa sin preguntas y de políticos que dan la callada por respuesta haya uno que, aunque sea en plena campaña electoral, se presente ante un foro de ciudadanos para contestar a sus preguntas no deja de ser una grata novedad. Cierto es que una cuidada organización evitó que ningún submarino de la competencia pusiera en un aprieto al candidato y arruinará el acto, pero en un recinto abierto era un riesgo que se corría y el aspirante por el PSOE a seguir ocupando la alcaldía de Benidorm lo corrió y salió bien parado.

Relajado, suelto y, sobre todo, cercano, Navarro (camisa blanca sin corbata, pantalón gris y americana azul marino) accedió precedido por un aplauso a un escenario decorado en rojo y negro, presidido por un par de imágenes del candidato y con dos taburetes por todo mobiliario, lo que contribuyó a quitar rigidez a una comparecencia que el alcaldable se encargó de transformar en una charla de tu a tu. No pronunció un usted ni por equivocación.

No hubo entre las 43 cuestiones planteadas por otros tantos ciudadanos que previamente habían solicitado participar en este acto preguntas incómodas, pero eso no evitó que el candidato expusiera con claridad su postura respecto a temas calientes como el Benidorm (cuyo futuro, dijo, no puede depender de las arcas municipales); la auditoria sobre los años de gestión del popular Manuel Pérez Fenoll (que aseguró llevará a la Fiscalía); algo tan poco electoral como el recorte presupuestario a las fiestas para destinarlo a gasto social o el ya famoso puente de Bañuls, cuya apertura anunció para "dentro de dos o tres días" mientras su padre, el concejal que le dio la alcaldía a Navarro y responsable de las polémicas obras, aplaudía entre el público.

Salpicó el candidato su intervención con toques de humor en clave electoral (como cuando a una mujer que estaba confesando su amor por Benidorm Navarro le aconsejó que pasara del amor a la pasión), ocurrencias que encontraron buena acogida entre un público mayoritariamente afín que siguió con interés sus respuestas, algunas de las cuales incluían soluciones a las que el candidado se comprometió de seguir siendo alcalde después del domingo.

También tuvo, para desespero de sus asesores, algún que otro desliz fruto de una incontinencia verbal que le llevó a confesar, al ser preguntado por el precio del café, que él en realidad lo que toma es "medio carajillo" por el que paga 1.30 euros. O como cuando un ciudadano colombiano le cuestionó que por qué las encuestas muestran un apoyo de los votantes a los candidatos corruptos y a Navarro le salió un "si yo lo supiera ganaría todas las elecciones".

Juntos, pero no revueltos, se encontraban entre los que ocupaban las gradas del Óscar Esplá miembros de la candidatura y de la agrupación local del partido, históricos del socialismo, representantes del sector hotelero y todos los Pajín, menos la ministra. Ante todos ellos, y ante el resto de los asistentes, Navarro quiso despedir el acto dejando claro que él nunca ha ocultado las siglas del PSOE pero precisando, por si había algún despistado, que "a quien se elige el domingo es al alcalde de la ciudad, no al presidente de la Gobierno".