Algunas, apenas son todavía una estructura de hormigón. Otras, no son lo que un día soñaron ser. Y ante más de una, hay políticos que preferirían girar la cara para no verla. El próximo 22 de mayo, cuando los ciudadanos de Benidorm acudan a cumplir con su derecho al voto, observarán en el escenario urbano de su ciudad una serie de obras que se han convertido en oscuro objeto de la controversia, de las promesas incumplidas o incluso de ciertos desastres financieros. Por eso, hasta podrían erigirse en magníficos carteles de propaganda electoral (en este caso negativo) para que más de un votante se pensara su sufragio en el último momento. Ahora bien, esta crónica de las infraestructuras controvertidas en Benidorm tiene una peculiaridad añadida: afecta por igual -y para mal- a los grandes partidos que aspiran a ingresar a la corporación. Al PSOE, al PP y también al CDL, que en su lista lleva varios concejales que en su día formaron parte de gobiernos populares.

Viajeros de Liverpool, El Ejido y Manresa. Quizás fue sincero, y el constructor alicantino Enrique Ortiz soñó algún día que el turista que después de pasar unas excelentes vacaciones en Benidorm tomara el autobús en la estación para regresar pongamos que a Liverpool podría facturar directamente sus maletas en un mostrador de la terminal benidormense sin necesidad de pasar por los mostradores de El Altet. Pero era un sueño vetado: AENA prohíbe ese sistema de facturación externa al menos desde 2001, cuanto tuvo lugar el atentado de las Torres Gemelas. Y Ortiz obtuvo la adjudicación para construir la estación un año después. Esto es, que ganó el concurso ofreciendo un servicio que era imposible de cumplir, como así ha sido. Esta es una de las presuntas irregularidades que ha detectado una auditoría encargada por el gobierno local de los socialistas para fiscalizar la gestión de los anteriores ejecutivos del PP.

De cualquier manera hoy la estación de autobuses de Benidorm funciona. Y debería ser un negocio boyante. No en balde, y después de que el sistema de la facturación externa no le saliera bien, Ortiz logró en 2003 también del gobierno popular la ampliación de la zona comercial de la terminal, que cuenta con varias tiendas amén de un hotel. Además, la mayoría de los autobuses de largo recorrido que pasan por Benidorm -hay algunos viajes que deben constituir una auténtica y extravagante odisea, como el de El Ejido- Manresa o el de Algeciras-Barcelona- se detienen entre cuarto de hora y 30 minutos en la estación de la capital turística. Así que se supone que los viajeros, muchas veces hambrientos o extenuados que bajan del autobús y pasan en la terminal todo ese tiempo, deben realizar compras en el área comercial, de cuyos beneficios un 1% debería ir a parar al Ayuntamiento. Bueno, pues no. La terminal de Ortiz no paga ese canon. Ni se sabe a cuánto asciende. Esa ha sido otra de las anomalías detectadas por la auditoría antes aludida. Y el otro aludido -el PP- sigue sin dar una respuesta al asunto.

"Me haréis famoso con el puentecito". Entre la sorna y un cierto enfado, así respondió un día el actual concejal de Movilidad, José Bañuls, a la enésima pregunta de un periodista sobre los retrasos del nuevo puente de Emilio Ortuño, una de las actuaciones emblemáticas del exedil del PP que se convirtió en tránsfuga y uno de los grandes quebraderos de cabeza del gobierno del alcalde Agustín Navarro. Cada plazo que daba el Ayuntamiento para concluir este viaducto tocaba agua: primero que para Navidades (las de 2010), después que sería el regalo de Reyes, después que para principios de marzo, después que para Fallas, al final que para abril. El milagro se produjo en Semana Santa, cuando por fin el "puentecito" de Bañuls abrió al tráfico rodado. Y quizás y pese a todo, aún se habían dado demasiada prisa, ya que un informe técnico desaconsejaba el paso de automóviles porque la obra aún no era segura. Tampoco sirvió de mucho: concluida la Semana Santa volvieron a cerrar el puente. Y así sigue durante estos días de duelo electoral.

Por si fuera poco, el viaducto, que en un principio no debía costarle nada a las sufridas arcas municipales ya que sus 750.000 euros de gasto se financiaban con fondos del Plan E, ha acabado por costarle al Ayuntamiento un buen dinero. No se sabe muy bien cuánto. El Consistorio reconoce oficialmente que 150.000 euros más, lo que redondearía la cifra en 900.000 euros. La oposición popular calcula en cambio que el verdadero gasto ya supera el millón. Para ilustrar esta situación, al portavoz del PP, Antonio Pérez, también le dio por utilizar el diminutivo: "por lo que está costando, se creen que han hecho la obra más importante de Benidorm, y en realidad estamos hablando de un puentecito de unos pocos metros".

Dos o tres obreros al día. Las hemerotecas conservan una foto un tanto conmovedora de abril de 2009: en una época en la que nadie de fuera de Benidorm sabía quién diablos era Bañuls, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y el entonces alcalde popular (y hoy alcaldable de ese partido), Manuel Pérez Fenoll, aparecen en las fotos bien tratados por la vida, sonrientes y protegidos por unos cascos mientras recorren las instalaciones a medio hacer del Centre Cultural y prometen que tan emblemática actuación estará lista en el último trimestre de 2010. Después, claro, pasó lo que pasó (o sea, que Bañuls se hizo famoso en todas las latitudes de la Península Ibérica y parte del extranjero, Navarro se instaló en el despacho de Pérez Fenoll y éste pasó a la oposición). Y como por ensalmo, las obras del Centre Cultural, que tan buena pinta tenían, comenzaron a ir lentas, después más lentas y finalmente lentísimasÉ "Hay días en que no trabajan más que dos o tres obreros al día" dijo indignada la edil de Cultura, Maite Iraola, harta de tener que repetir representaciones de teatro en el salón de plenos del Ayuntamiento porque todos los espectadores no caben allí en una sola sesión.

Todo sea dicho, al PSOE le entró entonces un ataque de ingenuidad. "No queremos creer que el Centre Cultural se ha paralizado porque el PP ya no gobierna en Benidorm", dijo una confiada militante socialista. Pérez Fenoll ha sido en este caso más realista y no se cansa de repetir en la actual campaña eso de que vótenme a mí, y como el PP también seguirá en el Consell, ya verán qué pronto cortamos la cinta inaugural del Centre Cultural. Y para esos idealistas que aún dicen que el dinero público es de todos gobierne quien gobierne, mejor comprar un ejemplar de "Utopía", de Tomás Moro.

El último brindis ecologista. Además de la Generalitat y del propio Ayuntamiento, cuyos momentos de gloria ya han sido descritos, también el Gobierno Central ha tenido su instante de inspiración. O más bien lo tuvo durante la campaña de 2007 la entonces ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, quien anunció en una especie de imposible brindis ecologista que las torres de Punta Llisera serían derribadas al considerar que su proximidad junto al mar y el parque de Sierra Helada era un atentado medioambiental. A Narbona se le olvidó decir que Punta Llisera cuenta con todos los permisos urbanísticos del mundo, que por ahora ha ganado todos los pleitos en el Tribunal Supremo y que esa demolición habría costado una cifra con muchos ceros que en realidad ningún gran partido local ha pedido. Total, que cuatro años después el debate sobre el edificio ha desaparecido de la liza electoral mientras han aparecido los primeros clientes porque las viviendas ya están concluidas.