Aunque a estas alturas nadie duda de que Agustín Navarro vuela solo, de que ya no precisa de las manos de los Pajín para mantenerse a flote, lo cierto es que es al padre de la ministra al que se recurre siempre que surge algún problema. Aún así, la desoladora imagen que a mediodía de ayer ofrecía la explanada de Mercasa donde los candidatos socialistas de casi una veintena de poblaciones de la Marina Baixa, entre ellas Benidorm, no pudieron, o no quisieron, movilizar a sus bases para un acto con la ministra de Sanidad da una pista de que el jefe del clan de los Pajín ya no es lo que era. Bien que su semblante lo decía todo, pero se contuvo cuando más de una cabeza habría rodado allí mismo si esa afrenta a su hija, a la par que torpeza electoral, se hubiera cometido cuando nada se movía en el partido sin que él diera el visto bueno.

Su presencia en la sede electoral, de la que es responsable, o que forme parte del sanedrín que a diario convoca el candidato a la Alcaldía para analizar el curso de la campaña contrasta con que los Pajín no hayan impuesto ningún nombre en la lista, a excepción del número dos, Juan Ángel Ferrer, aunque haya quienes, hilando fino, maticen que en esta ocasión ha sido él quien ha venido a diferencia de las últimas elecciones, cuando fue Txema quien le trajo de la mano para que encabezara la candidatura con Agustín Navarro como número dos, una propuesta que Ferrer acabó rechazando.

Pese a la evidencia de que su apuesta no era Navarro, y aún con el grado de autonomía que ha conseguido el alcaldable en este año y medio al frente del Ayuntamiento, lo que le permite caminar sin los apoyos (aunque no los olvida) que precisó en los momentos que rodearon la moción de censura que le llevó a la Alcaldía, no se puede decir que las relaciones entre ambos sean malas o que el uno no tenga en cuenta el criterio del otro. Los dos juntos, afirman algunos de sus compañeros, controlan el partido y acostumbran a consensuar sus decisiones. «Ahora bien, en caso de discrepancia, ganaría Agustín. Hoy todo el mundo está con Agustín, por eso hace falta una ejecutiva nueva y su regreso al partido», precisan.

Sin nadie realmente suyo en la candidatura municipal, con algún que otro roce con el hombre por el que apostó para situarlo al frente de la agrupación local del partido, con su mujer, Maite Iraola, que en dos semanas estará fuera de la política municipal (y jubilada como profesora) y con la incertidumbre sobre el futuro de Leire, cuyo destino ligó al hombre que ahora ha anunciado que no se presenta a la reelección sin que tenga excesivas buenas relaciones con algunos de los nombres que suenan como posibles sustitutos, lo más inteligente, aseguran, es colocarse en un discreto segundo plano y esperar. Las generales están a la vuelta de la esquina y, si la previsiones no engañan, Alarte puede no sobrevivir a la contienda. Será entonces el momento de regresar y, por qué no, de retomar la lucha para situar a Leire al frente de los socialistas valencianos y, soñar es gratis, de la Generalitat. Y si Agustín Navarro consigue la Alcaldía siempre podrá esgrimir a su favor en Madrid que no estaba tan equivocado.