No puede decirse que la ministra de Sanidad, Leire Pajín, se esté dando estos días un baño de multitudes en su regreso a casa, a su pueblo y a su provincia, en el primer fin de semana de la recta final hacia el 22 de mayo. Si el viernes tan sólo 250 personas participaron junto a ella en el acto con la candidata del PSOE por Alicante, Elena Martín, la fiesta-mitin comarcal organizada en Benidorm por las agrupaciones socialistas de la Marina Baixa hizo que el recinto ferial de Mercasa pareciera ayer más grande que nunca. Alrededor de medio millar de militantes y simpatizantes socialistas, no más, secundaron la convocatoria de los dieciocho municipios que forman la comarca. Y eso a pesar de que había una paella gigante, un trío musical flamenco, cerveza y tinto de verano a voluntad como reclamo.

Y también una ministra. Sobre todo «la ministra», que acudió a arropar a los dieciocho candidatos de la Marina Baixa con el objetivo de convertirla en su soñado «cinturón rojo» de la provincia, y que se quedó casi compuesta y sin novio por la escasa capacidad –o más bien voluntad– de movilización de los organizadores. Junto a ella acudió Ana Barceló, la secretaria general del PSPV-PSOE en la provincia; la subdelegada del Gobierno, Encarna Llinares; casi todos los aspirantes a gobernar los municipios de la comarca y los candidatos de la zona en la lista de las Cortes. Quien no estuvo, ni física ni virtualmente, fue el secretario general del PSPV y candidato a la Generalitat, Jorge Alarte. Ni estuvo, ni se le esperaba, como tampoco se le citó en ninguna de las intervenciones, entre ellas la de uno de sus hombres fuertes en la comarca, el alfasino Vicente Arques. Nadie se refirió a él, nadie, ni tan siquiera para pedir el voto a su lista el 22-M, y es que el «feeling» del líder de los socialistas valencianos con el grueso es la Marina Baixa prácticamente no existe.

De las lágrimas al «nyespro»

Nublado y con bastante bochorno, el día no acompañaba. Esa fue la excusa puesta oficialmente por un buen número de dirigentes de las agrupaciones de la comarca para justificar lo que nadie se atrevió a calificar como un fracaso. Al menos, de puertas hacia fuera, porque off de record pocos se cortaron en sus críticas. También el hecho de ser sábado a mediodía, «cuando hay mucha gente aún trabajando». Esta fue otra de las causas esgrimidas para explicar la escasa participación. O que en La Vila estaban en las fiestas de «Llàgrimes» y en Callosa d´en Sarrià, de cuya población no se acercó a Benidorm ni siquiera el candidato, inmersos en plena campaña de recogida del «nyespro».

También se escuchó la manida frase «esto no lo organizo yo». La convocatoria, oficialmente, partía de la coordinadora comarcal que dirige en candidato vilero Gaspar Lloret, para quien se habían «cumplido» las previsiones, según él inicialmente fijadas en 500 personas. Desde su municipio desplazaron a unos 65 militantes. «Somos los previstos, aunque si hubieran venido tres mil, pues mejor», señaló. Pero la cifra de asistentes ayer contrasta, claro, con las casi quinientas personas que el PSPV de La Vila movilizó en la presentación de la candidatura de Lloret; con las más de dos mil que secundaron en Benidorm la que encabeza Agustín Navarro; las ochocientas que había reunido el candidato de Altea el viernes por la noche o con una cantidad bastante similar en el caso del alcaldable por l´Alfàs, entre otros municipios. Y aquí radica el quid de la cuestión.

Nadie se preocupó en movilizar, sino en salvar los platos enviando poco más que a sus candidatos, lo que dejó traslucir que las relaciones en la comarca, por más que todos los alcaldables leyeran conjuntamente un manifiesto para anunciar la creación de una mancomunidad de servicios como proyecto electoral, no son tan fluidas como algunos quieren hacer creer. Además, el convencimiento general era que el mitin de ayer, más que aportar votos a sus propios candidatos, buscaba servir de impulso a los que concurren por la lista autonómica de Alarte con la que, sobra insistir, pocos comulgan.

Y, enfrascados en todas estas ideas, quienes debieron movilizar se olvidaron de que la cabeza de cartel de la fiesta era la ministra Leire Pajín. Ésta apeló a la necesidad de un cambio de gobierno en los municipios de la comarca ahora bajo gobierno del PP, y también en la Comunidad, para «no tener que avergonzarnos más de quienes nos gobiernan». Destacó los logros en materia de dependencia e igualdad implantados por Zapatero o el «gran impulso» que el Plan E ha dado a los municipios. Y concluyó expresando un deseo: «Ojalá a partir del 22 de mayo, la Marina Baixa sea una comarca profundamente socialista».