Mucha consigna de que al enemigo ni agua, mucha orden de actuar como si la rival no existiese y en la primera confrontación salta la chispa y las vísceras se imponen a la razón. Ocurrió durante un inicio de campaña electoral amenizado por una pequeña banda de música que acompañaba al PSOE y aderezado por los fuegos artificiales que aportaron los seguidores de Gema Amor. Los populares, la verdad, no se estiraron mucho, pero eso no impidió que disfrutaran de acordes y pólvora con el gustillo que da saber que a ellos no les había costado un euro. «O lo mismo lo hemos pagado todos», se apresuró a decir con cierto retintín una de las presentes mientras dirigía una mirada maliciosa al alcalde.

Momentos antes, y dado que los socialistas eran más, habían llegado primero y ocupaban prácticamente toda la calle, los populares se encontraron con un tapón que les impendía acceder hasta el lugar asignado para pegar los carteles. Y tal vez por la resaca de tanto Madrid-Barça o quizá por los rescoldos del alegrón de Sudáfrica, candidatos, militantes y simpatizantes del PSOE improvisaron entre risas y buen rollo un pasillo por el que la marcha azul, como diría Antonio Clemente en el fragor de un mitin, encabezada por Manuel Pérez Fenoll, llegó a un espacio que el azar, o quién sabe quién, quiso colocar al lado del de su excompañera de partido.

Durante los primeros brochazos de cola y los primeros carteles decorando el improvisado muro de cartón-piedra, todo transcurrió según la directrices de campaña: a la enemiga, ni mentarla. Pero fue comenzar los gemistas a corear el nombre de su líder y contraatacar sus excompañeros con el de Pérez Fenoll. Si unos gritaban ¡Gema alcaldesa!, los otros respondían más alto con varios ¡Manolo alcalde!

Pero dado que los slóganes no ofrecían mucha variedad, los populares optaron por introducir la proclama de su pertenencia al partido del que su vecina de muro se ha marchado precisamente para encabezar la candidatura con la que aspira a arrebatar más de un puñado de votos sus excompañeros populares. ¡Soy del PP, del PP, del PP! se desgañitaban unos. ¡Gema alcaldesa! volvía a responder los otros.

Y mientras tanto, los socialistas, a lo suyo. Aplaudiendo a Agustín Navarro y bailando a los acordes de La Campanera. Y entre los que más aplaudían, el hijo de Maruja Sánchez. ¡Quién lo se iba a decir! A Maruja y al PSOE.