Firma junto a Xavier Martí uno de los proyectos urbanísticos que más prestigio han dado a la ciudad de Benidorm, el Paseo de Poniente. Y está orgulloso de su obra. Hasta el punto de que conoce cada rincón del mismo como si lo recorriera todos los días. Ayer recibió la insignia de oro de la patronal hotelera Hosbec por este diseño, un premio que eleva a doce los reconocimientos nacionales e internacionales al Paseo.

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Podría decirse que Carlos Ferrater (Barcelona, 1944) ha supuesto un antes y un después en el diseño urbano de Benidorm, gracias a la ruptura con la tradición que ha supuesto el Paseo Marítimo de Poniente. Concibe la arquitectura como un "trabajo social, que siempre ha de mirarse en las personas" y, además, reniega de los arquitectos estrella, no por currículum, ya que el suyo también está plagado de éxitos, sino porque "conciben la arquitectura como una franquicia".

¿Qué tiene de especial el Paseo de Poniente frente a otras obras?

Creo que es quizá lo que le faltaba a Benidorm como ciudad, un espacio en que la gente pudiera pasear, encontrarse... Hacer eso antes era imposible en Poniente, porque había muchos coches, una gran balaustrada y poco espacio para las personas. Ahora, hay cuatro hectáreas y media de parque-paseo, pero además en volumen, lo que genera dos paseos y multiplica el espacio en una posición de privilegio como es la playa. Además, la gente se reconoce en el paseo, ¿por qué? Porque el color y las formas, que juegan con las sombrillas, los toldos, la alegría y los trajes de baño, hablan de una hecho multirracial, multiétnico, como ninguna otra obra en el mundo.

¿Cómo se ideó?

La clave es trabajar con geometrías de una cierta complejidad para extraer las condiciones naturales del emplazamiento y llevarlas a la forma, con construir naturaleza a partir del artificio, que es más o menos lo que se ha hecho aquí. Sobre una base de un río de tráfico y una balaustrada que no permitía la vista al mar, la idea era construir un trozo de paisaje que es como una bisagra, un límite entre la arena y el mar, la ciudad y la playa. Construir ciudad además de paisaje para hacer un espacio dinámico, que permite recorrerlo por arriba, con toda su topografía; pero también por abajo, por esa pasarela bajo las olas de cemento blanco que se han creado; de día y de noche, porque además no hay barreras arquitectónicas. Es un paseo y son muchos.

¿Echa en falta algo de lo que se ideó inicialmente?

Bueno, hay algo que le he transmitido al alcalde y es que el diseño original llevaba un sólo carril para coches y el otro estaba diseñado como carril-bici. Es lo que echo en falta. Le he pedido que se retome esa idea porque creo que es un complemento ideal: que la gente que va en bici pueda recorrer el paseo en paralelo y no tenga que ir por el propio paseo, lo que además permite un mejor mantenimiento de las baldosas y evita problemas entre peatones y ciclistas.

La primera fase recibió en su momento ciertas críticas por parte de personas que consideraban que las elevaciones tapaban la vista al mar. ¿Le llegaron?

Directamente conocí una, no sé si hubo más. Sí es cierto que hay algún punto concreto en que la propia topografía natural del paseo genera unas pequeñas lomas, muy suaves, pero en ningún momento exceden la anterior altura de la balaustrada. Si a eso unimos que antes había cuatro o cinco filas de coches, camiones aparcados, camionetas y demás, yo creo que la situación actual es inmejorable. Además, otro dato es cuando se empezó la obra, el 80 o 90% de los bares estaban vacíos, grafiteados y muertos. Hoy qué está sucediendo, pues que ha pasado poquísimo tiempo y toda esta zona está empezando a reactivarse, porque miles de personas vienen cada día al paseo, ha habido un gran trasvase de vida y de actividad hacia Poniente que antes se concentraba sólo en Levante.

En ocasiones este proyecto se ha utilizado como arma política por los dos grandes partidos, debido al tema de la financiación.

Bueno, esto es una cosa que ocurre cuando se hace obra pública, que siempre te encuentras esta historia. Pero yo creo que el caso de Benidorm ha sido distinto, porque el proyecto en sí nunca ha encontrado una oposición, ni desde el Estado central, a parte de una pequeño problema en su inicio que nos hizo ir a Madrid a demostrarles que era un proyecto sostenible, ni tampoco desde las otras administraciones o de la sociedad civil. Han podido haber cuestiones puntuales, pero siempre ha habido consenso en que era un proyecto bueno para la ciudad, pese a los riesgos arquitectónicos que contraía el proyecto.

¿Qué opina sobre Benidorm como modelo urbano?

Para mi Benidorm es un gran invento urbanístico, en algunas fotos parece Copacabana, o una ciudad americana o asiática de estas nuevas ciudades que están surgiendo. Yo lo visité por primera vez en el año 72 y siempre he creído que era un gran modelo urbanístico y turístico, porque es sostenible, ocupa poco territorio y a la vez da cobijo a cientos de miles de personas. Además, es una ciudad abierta los doce meses del año, con una oferta de todo tipo concentrada en muy poco sitio y con la playa a diez minutos de donde estés.

¿Por qué cree entonces que ha sido históricamente una ciudad tan denostada?

Era un modelo totalmente innombrable en los años 60, 70, 80... Se hacía alusión a conceptos como masificación, densificación, altura, especulación... Y ya está. La gente se quedaba en este primer análisis tan inmediato, seguramente por desconocimiento del modelo en sí.