Lo de visitar los juzgados no era nuevo, ayer, para Juan Cano. De hecho, su comparecencia como imputado en la causa que investiga las presuntas irregularidades urbanísticas en Polop se produjo pocos días después de que se cumpliera un año de su arresto por su presunta participación en el asesinato del alcalde de Polop Alejandro Ponsoda, abatido a tiros a las puertas de su domicilio en octubre de 2007.

El 25 de noviembre de 2009, la Guardia Civil acudió de madrugada a casa de Cano para detenerlo, al considerarle el supuesto autor intelectual de un crimen que, según los investigadores, tuvo un móvil urbanístico y contó con la implicación de otras seis personas. Dos días después de su arresto, Cano acudió a los juzgados escoltado por un amplio despliegue de Policía Local y Guardia Civil, debido a la gran expectación mediática que su detención había levantado. Y, tras declarar ante la juez del Juzgado número 2, fue conducido a la prisión de Villena, donde estuvo internado hasta finales del pasado mes de julio, cuando quedó en libertad tras pagar una fianza de 20.000 euros.

Ayer, la expectación mediática fue similar, aunque las condiciones eran bien distintas. Cano llegó a pie, poco antes de las 9.30 de la mañana, y acompañado por un familiar. Entró al juzgado y salió pocos minutos después, para tomar un café mientras hacía tiempo hasta que se iniciara la declaración. A su regreso, en torno a las diez de la mañana, ya iba acompañado de su abogado defensor. Con él permaneció en el interior de los juzgados hasta pasadas de largo las 12.30 horas.

Apenas se paró a hablar con los medios. Tan sólo reiteró una vez más su inocencia, dijo confiar en que "se descubra quién hay detrás de las irregularidades que, al parecer, ha detectado la Guardia Civil" y dijo que únicamente tenía ganas de "irse a almorzar". "Tengo tanta hambre que no puedo ni hablar", espetó a los periodistas antes de abandonar las inmediaciones del juzgado a paso rápido tras casi tres horas de declaración.