Pocas son las poblaciones que pueden abrir unas fiestas de Moros y Cristianos festejando su 150 aniversario. Ayer Callosa d'en Sarrià lo hacía con todo su esplendor, y con el esfuerzo del millar de festeros que este año participan, casi 300 más que el pasado año.

El comienzo oficial de las fiestas se producía ayer a las doce en punto del medio día en la plaza de la iglesia de Juan Bautista, frente al ayuntamiento. Festeros, vecinos y centenares de músicos ocuparon por completo el espacio desde el cual verían, como marca la tradición, la "arrancà" de dulzainas y tabales, acompañada con el sonoro volteo de campanas. Los capitanes, junto a las autoridades de la Associaciò Moros i Cristians y del consistorio ocuparon su posición en lo alto de los balcones del ayuntamiento, embriagados por la emoción de la fiesta inminente. Tras la "arrancà", las filaes ocuparon posiciones para ir recogiendo las banderas que los miembros de la asociación festera les fueron dando desde lo alto del balcón municipal para partir, con ellas por las coloridas calles callosinas.

Ya en la tarde tuvo lugar la ofrenda de flores a la Excelsa Patrona, la Mare de Déu de les Injuries, a quien se le hizo entrega, como capitana honoraria de las fiestas, de una capa bordada con los escudos de las filaes, de la asociación, del pueblo de Callosa y del Ave María, realizada por la asociación gracias a la colaboración de todo el pueblo.

"La Entrà"

Los recuerdos a la tradición festera de siglo y medio tomaron también presencia durante la Entrà Cristiana desde su comienzo. Por primera vez en muchos años se unieron a los "nanos" dos cabezudos gigantes, realizados por el grupo cultural "l'Empelt", siguiendo las técnicas tradicionales. Tras ellos, "les pastoretes" abrían el paso a la bandera de la Associaciò, portada en un cordel blanco. A continuación, su ballet jugó con escudos que recreaban mosaicos en los que se pudo leer el 150 aniversario de las fiestas.

A escasos metros, al comienzo de la carretera d'Alacant a su entrada a la población, aguardaba la bandera de la filà "Cavallers del Cid" y sus banderines, preludio del ballet que abriría el paso a las tropas. Entraron entonces los primeros guerreros, la escuadras de hombres y mujeres con sus trajes púrpura. La percusión de la banda de música Llombai marcaba el paso. María José Ferrer tomó entonces el relevo portando la bandera cristiana junto a su embajador, Jordi Ferrando Blanquer, y tras ellos, la escuadra de mujeres Cavallers del Cid tomaba su espacio al paso, emocionante y bien marcado, de Alicia Cano. El futuro de la filà, los niños, entrarían entonces en una de las cinco carrozas que participarían antes del boato llenando el vial callosino de confeti. Pasos atrás, tras la escuadra dirigida por Gerardo Menaches, y tras la música de la banda de Real de Gandía, marcharon las felinas integrantes del Escuadró con sus espectaculares trajes, y tras ellas, el Escuadró con la cuatribarrà.

La filà "Navarros" ya aguardaba turno abriendo sus tropas una escuadra dirigida por Carles Tasa, vestida con el traje original de la filà. Tras ellos, la dirigida por Eugeni Savall lucía el posteriormente incorporado para impregnarle el carácter del medievo. Los Asturians llegaron con el sonido impactante de las trompetas de la banda La Nova Quatretonda.

El despliegue de los "Corsaris" no se hizo esperar. Tras su bandera negra Lorena Climent y Ana Fé Pérez avanzaron con las dos primeros escuadras corsarias. Siguiéndolas de cerca la carroza infantil y dos escuadras más de guerreras, a cuyo frente llevaron el paso Jessica Verdugo y Maite Santa Cruz. Cerrarían las tropas llegadas del mar el cabo Carlos Pascual al frente de la escuadra de hombres, seguido por Juan Manuel Durán con sus guerreros.

Después llegaron los veteranos. Los guerreros de las escamas y rostros curtidos de la escuadra "La Llandrà", única que desde hace décadas sale sin pertenecer a filà alguna, pero cuya presencia recuerda aquella desaparecida y ensalza la solemnidad de la entrada, gracias en parte a la maestría veterana de quien la dirige desde hace un cuarto de siglo, el cabo Rafael Berenguer.

La emoción de la fiesta se mezcló con la melancolía y la nostalgia a aquellos festeros fallecidos cuando un caballo de duelo presidió la entrada de la filà "Filibusters", en recuerdo a Vicente Juan "Tribu". La solemnidad de sus dos escuadras, bajo el mando de Manuel Marín y Paco, y la banda de Ontinyent, infundieron respeto entre la multitud apostada a ambos flancos del recorrido.

Después marcharon la escuadra de mujeres, y la escuadra "Cides", con su traje de corte dieciochesco, seguida de la de los "Bascos".

El eco de la música de la banda de Benissa envolvía el aire cuando entraba en escena la bandera de la filà "Almogàvers". Nuevamente fueron dos escuadras de "solícitas" las que ocuparon las primeras posiciones de las mesnadas, llevadas por Toñi Blasco y Aurora Pérez.

Tras la última carroza previa al boato, los cabos Federico Vaquer y Pere Rostoll guiaron las dos escuadras de fornidos almogàvers.. Tras ellos, el caballo con su emblema y la escuadra Contrabando. En su estandarte, estos cristianos recordaban su vigencia, 150 años saliendo en Callosa.

Al comienzo de la comitiva se empezaron a avistar entonces los colores negro y rojo de los trajes especiales confeccionados para los músicos del boato, y dieron comienzo las marchas del Capitán Cristiano, compuestas por Ximo Cano. Los heraldos y banderines de las filaes cristianas de la Associaciò de Moros i Cristians anunciaban la llegada inminente de la bandera de la filà "Pirates" que ostenta el mando del bando de la cruz. Con ellos arrancó un boato espectacular, lleno de imaginación en el que se cuidó el más mínimo detalle.

Las piratas Noemí Català y Ainara López dieron marcha a las dos primeras escuadras de mujeres, seguidas por una tercera, dirigida por Julia Gonzàlez, arropada de nuevo por la majestuosidad de la música tocada por la banda de la Nova Quatretonda.

Los piratas aguardaban próximos, desfilando al poco las escuadras de trajes tradicionales dirigidas por los cabos Gaspar Brell y Carlos Roig.

La primera gran carroza del boato avanzaba lenta tras su paso. Era un barco pirata con los más jóvenes de los de la capitanía. Tras ellos, amplios banderines que simulaban las velas de los navíos se desplegaban con los rostros de sus mandos, sus líderes, el capitán Salvador Sanchís, la capitana Cristina Lloret, y sus hijos, Rosa María, Salvador y Jaime. Después las dulzainas abrieron paso a la escuadra de mujeres dirigida por Cristina Botella, y a la de los hombros, con el cabo Carlos Ferrando al frente.

Aún la multitud congregada para ver el desfile comentaba el esplendor del ballet y la vistosidad de las pequeñas carrozas piratas que fueron desfilando al paso de las tropas cuando continuaron entrando las legiones piratas: Escuadras dirigidas por Paqui Orts, Jaime Paco, María Tasa, Blasco, José Antonio Berenguer y Susi Fonda. Un despliegue que culminó con la aparición de la carroza de los capitanes emulando un poderoso navío armado con potentes cañones. Sobre él, los capitanes relegaron el azabache de los trajes negros con los que comenzaron la jornada por los blancos ribeteados en dorados y ocres, que irradiaban elegancia, riqueza y poder, algo incuestionable a la vista del inmenso cañón que amenazante, ya había entrado en la villa que el martes deberán de reconquistar.

Homenaje a la Mare de Déu de les Injúries

En 1855 Callosa d'en Sarrià declaró patrona a la Mare de Déu de les Injuries, sobrenombre de la Virgen del Remedio, en agradecimiento por proteger al pueblo de una epidemia de cólera. Poco después, el pueblo decidió aprobar la celebración de las fiestas patronales en su honor cada segundo domingo de octubre. Apenas un año después de empezar a celebrarse las mismas, adoptaron de Alcoi la tradición de festejar los Moros y Cristianos, gracias al regidor y comerciante Miguel Morató Gisbert, dentro del contexto histórico de las guerras de España con Marruecos. Desde entonces se han celebrado cada año casi sin interrupción, evolucionando y engrandeciéndose.