La "filà" Beduïns, con sus cargos festeros Sergio Alvado (Rey), Paula Ripoll (Embajadora), y Cinthia Llorens (abanderada), junto a la "filà" Moros Malvins, con su alférez, Mireia Domenech, protagonizaron ayer la Entrada Mora que se celebró por la tarde-noche en Altea ante más de cinco mil personas. Antes, al mediodía, se celebró en la plaza de la Iglesia la Embajada Mora y el alardo en el que las tropas moras conquistaban el castillo tras una lucha dialéctica entre la embajadora mora y el rey cristiano de la filà Templaris, Jordi Borja.

A las 12 de la mañana la plaza de la Iglesia comenzó a ser invadida por las tropas moras desde los flancos con la misión de conquistar el castillo que defendían los templarios. En lo alto de la fortaleza, el rey Jordi Borja dirigía la defensa mientras sus tropas salían prestas a proteger el pueblo de la invasión. Las fuerzas moras eran más numerosas y estaban bien dirigidas por el rey beduino Sergio Alvado. En un momento de tregua, la embajadora del califa Penyo, Paula Ripoll, entraba en la plaza fortificada a lomos de un corcel blanco para reclamar el castillo y la rendición de los cristianos. El rey templario, guardián del Santo Cáliz, no dio su brazo a torcer y al final se entabló la lucha final con la conquista de la plaza de Altea por las tropas moras.

Por la tarde, a las 8, se celebraba la Entrada Mora con más de 1.500 "festers" luciendo sus mejores galas por las calles Filarmónica, Pont de Moncau y Rei Jaume I. El abanderado moro de la Asocciació de Moros i Cristians Sant Blai, Francisco Cano, de Berebers, precedía a las reinas de fiestas y sus damas de honor que abrían el desfile. Más de cinco mil personas abarrotaban el recorrido, y sus aclamaciones fueron "in crescendo" a medida que se acercaba la alférez mora Mireia Domenech montada sobre una bella carroza. Anunciando la llegada del gran califa triunfador de la batalla desfilaron las filaes de Almorávides, Arsem, Cora d'Algar, Guardia Negra, Malvins, Mitja Lluna, Berebers, Bernia, Sarraïns y Tuareg. Finalmente, al filo de las 11 de la noche, entraban los Beduïns con su rey, embajadora y abanderada montados en plataformas que representaban un bello palacio árabe eran arrastradas por dromedarios y corceles. El boato del rey moro, representaba la vida de los trashumantes del desierto con el blanco como color predominante.