Frente a cerca de 200 personas que llenaron las tribunas de la plaza del Convento, al compás de los acordes de la banda valenciana de Llombai, los representantes de las filaes moras callosinas daban comienzo a uno de los actos oficiales diferenciadores de las Fiestas de Moros y Cristianos de esta localidad respecto a otras localidades de la provincia: el "Ball Moro".

El acto se inició a las 12.30 horas, con las diez parejas (una por filà), colocadas en dos filas enfrentadas, frente al templete desde el que no perdería detalle su capitán, José Guardiola Soler, a quien honraban con el baile. Los bailarines arrancaron a las indicaciones de los dos festeros que, colocados a los extremos, dirigieron una danza que data de 1860, y que hoy se repetirá, con diferente melodía, por los integrantes del bando de la Cruz.

Ayer las parejas estaban formadas en su mayoría por hombres, aunque también bailaron un par de mujeres que ayudaron, según comentaron algunos presentes, a mejorar el ritmo de los soldados. En total, cinco eran las danzas que se representaron, rememorando, con cada una, diferentes pasajes de la ancestral vida que se desarrollaba en las tierras callosinas. Así, mientras uno recreaba un viejo danzar g, otro simulaba las preocupaciones de los labradores, que alzando los brazos al cielo, mostraban sus inquietudes ante la llegada de pájaros o saltamontes que pudieran amenazar la cosecha. Y mientras los participantes deleitaban al público, entre el mismo varias personas ejercían de jurado, puntuando el orden acompasado, la armonía y combinación de los movimientos, la manera más o menos simpática y agradable con la que las parejas se desenvolvían, y su vestimenta, observando que ningún detalle de la misma desentonara en la recreación histórica del pasaje. La puntuación obtenida en este tradicional concurso no se desveló, y no se hará hasta dentro de dos semanas, momento en que se conocerán también los premios y castigos que hayan merecido las escuadras y filaes por su comportamiento en las fiestas, según apuntó la secretaria de la asociación, Victoria Berenguer.

Terminado el acto, se dio paso al baile de los cabezudos o "Ball dels Nanos", que hoy también se repetirá en el concurso de los cristianos.

Ya por la tarde, la pólvora cobraba protagonismo en el enfrentamiento que los dos bandos ejecutaron con arcabuces en la conquista de la plaza. Una batalla interrumpida brevemente por los de la Media Luna, que intentaron, mediante el parlamento de su embajador, hacer desistir a los cruzados en su empeño de salvaguardar la fortaleza. Ante su negativa, sin embargo, la lucha sin cuartel se retomó hasta que los musulmanes conseguían expulsar a los cristianos, y se hicieron con el control del castillo.

Recuperado el aliento, dos horas después los festeros dejaban paso al sentimiento religioso para honrar a su patrona, la Virgen de las Injurias, en una procesión que congregó a todas las filaes de la localidad, autoridades civiles y eclesiásticas, y personajes bíblicos como Santa Barbara, Santa Úrsula o la Hermosa Yudit. Sin duda, una emotiva comitiva que venera a la artífice -según reza la historia popular-, de haber librado al pueblo del cólera hace 150 años: la Virgen del Remedio. Y es que era a ésta a quien el municipio veneró durante más de tres siglos, según detalla en su libro Salvador Gregori, quien cuenta que fue donada por Jaime I a la colonia cristiana fundada por uno de los capitanes del renombrado Bernat de Sarrià. Aquella Virgen del Remedio pasó a llamarse, muchos años más tarde, Virgen de la Injurias, después de que su imagen fuera restaurada en Valencia, tras ser recuperada del destrozo en que la dejó una incursión de los piratas argelinos en 1582.

La jornada la cerró, pasada la media noche, los bailes Moro y Cristiano en honor a sus abanderados, en la carretera de Altea y en la plaza del Convento.