Las huestes moras tomaron ayer la villa callosina ante más de un millar de vecinos, músicos y festeros, que participan estos días en las fiestas de Moros y Crisitanos que cuentan con 150 años de historia. Ayer el acto grande lo centró la Entrada Mora, que como el pasado año la abrieron los "nanos" al son de la dolçaina, y que dio comienzo a las 18.30 horas. El abanderado de la asociación avanzó tras ellos marcando paso a los Heraldos, que anunciaban la inminente llegada de las tropas moras encabezadas por la "filà" Beduinos. Junto a la comitiva beduina, el embajador moro, Jordi Ferrando, y el "banderer" de la Media Luna, Javier Gozálbez.

A pocos pasos les siguió la Escuadra institucional en la que el alcalde callosino, Batiste Saval, hizo de cabo y donde desfilaron Agustín Almodóbar, senador por el PP, y diputados autonómicos.

Tras ellos desfilaron, al son de marchas moras, la "filà" Ligeros, la Guardia Negra, los Marraskets, La Llana y los Granadinos, que conocedores de la importancia que sus pasos tenían en la comitiva, abrían paso al momento cumbre de la entrada: el boato de la capitanía mora, que este año recae en la "filà" Cordó.

Comenzaban el despliegue de la comitiva banderines de la asociación y la bandera de la "filà" Cordó. A continuación, dos ballets, integrados por jóvenes de la propia localidad, arropaban al capitán infantil, Jaime Molines Guardiola. Un total de 28 bailarinas que constituyen el futuro de estas fiestas. Tras los más pequeños, la escuadras formadas por mujeres completaban el boato, marchando al paso de la música interpretada por las bandas Aureba d´Oliva y Font d´en Carros.

Blanco y oro

Un magnífico corcel negro se abría después paso encumbrando la escuadra de los guerreros Cordó, soldados que protegían a su capitán, José Guardiola Soler, que vestido de blanco y oro hacía acto de presencia por las calles de la localidad sobre una gran carroza que emulaba a un navío dorado de estilo persa. En el mismo, junto a él, y ataviadas con ropajes de idénticos tonos a los de "su señor", se encontraban su mujer, Nan Sorsaeng, y su hija, Sandra Guardiola.

El desfile moro terminó a las nueve de la noche, retirándose las tropas de la Media Luna a sus respectivos cuarteles para recuperar las fuerzas perdidas en la entrada y así poder deleitar a su capitán, pasada la medianoche, con el "Ball Moro", en la plaza del Convento.