Jorge Alarte intentó ayer suavizar la espiral de tensión que se había extendido en las filas socialistas. A pocas horas de la moción de censura de Benidorm, en la que, en principio, los concejales socialistas -con su baja como militantes ya tramitada- desalojarán 18 años después al PP de la Alcaldía con el respaldo del tránsfuga José Bañuls, el secretario general del PSPV, consciente de que la moción de censura ha dinamitado la alianza con Leire Pajín que le permitió hacerse con el control de la formación hace ahora un año, redujo el tono de su discurso, radicalmente contrario a la maniobra, y dio vía libre para que los cargos socialistas y militantes que así lo considerasen acudiesen hoy a respaldar el cambio de gobierno en el pleno del Ayuntamiento de Benidorm, que arrancó a las doce del mediodía. No habrá ni represalias ni expedientes disciplinarios para los que han asistido a la sesión en la que el socialista Agustín Navarro se ha hecho con la vara de mando en detrimento del popular Manuel Pérez Fenoll.

"Tenemos un partido democrático y a nadie se le expedienta ni se le sanciona por ir a un pleno ni por ir a nada que se le parezca", aseveró Alarte que, hasta ahora, se había mostrado alejado de cualquier resquicio de ambigüedad -el estado en el que sí se ha instalado Ferraz- y rechazaba dar cobertura a los ediles benidormís, incluso, con la presencia de cargos de la formación en el pleno en el que se sustanciará hoy el cambio de gobierno. "La gente puede acudir a ver cosas que el partido comparte o que no comparte", dijo Alarte antes de recalcar que "este partido no comparte lo que previsiblemente va a pasar porque creemos en el pacto antitransfuguismo, pero éste -volvió a insistir- es un partido libre".

De esta manera, el máximo responsable de los socialistas valencianos intenta rebajar la dureza de su pulso con Pajín después, sobre todo, de que la cúpula de la dirección provincial del PSPV cuestionara su postura y le pidiera un grado de flexibilidad ante la evidencia de que, a pesar del rechazo frontal de Jorge Alarte, buena parte de la ejecutiva de los socialistas alicantinos, alcaldes y cargos locales de la provincia -en su mayoría afines a la número tres del PSOE, Leire Pajín- avalan la moción de censura que hoy se debatió en Benidorm como una respuesta al PP por las operaciones para desbancar a primeros ediles socialistas en Dénia, La Vila Joiosa, Calp y La Vall de Laguar. En ese escenario, Alarte tenía que destensar la cuerda para evitar otro enfrentamiento más con los partidarios de Leire Pajín, militante de la agrupación de Benidorm y cuya madre es una de las ediles que firma la moción. Dos elementos que condicionan el futuro político de Pajín a la evolución de la maniobra en la villa turística y a la batalla abierta en el PSPV

La lucha, obviamente, hubiera sido mayor de haber llevado Jorge Alarte adelante su amenaza de expedientar a todos los que respaldaran la moción de censura con su presencia en el pleno de hoy. Hubiera supuesto una sangría que afectaría, especialmente, a militantes de la cuerda de Pajín lo que agrandaría todavía más la herida abierta en el PSPV. ¿Salida? Dar un cierto margen ante la evidencia -en la sede de los socialistas valencianos son conscientes de ese escenario- de que hoy habrá miembros de ejecutivas, alcaldes, concejales y militantes de diversas poblaciones que se trasladen a Benidorm -la marcha atrás de Alarte puede animar a alguno más- para dar su apoyo al candidato Agustín Navarro. No habrá generales y coroneles -no estarán Ana Barceló, Alejandro Soler o Antonio Amorós, entre otros- pero sí algún teniente -alcaldes y ediles de diversos municipios- y, sobre todo, mucha tropa.