Benidorm disfruta desde ayer por la noche de una nueva infraestructura que mejora la escena urbana de la ciudad, pero que ha causado no pocos enojos a los comerciantes y hosteleros de la zona a causa de las molestias y la duración de las obras. El Paseo de Poniente es ya una realidad, tras más de 25 años de espera, con sus 1.200 metros lineales, los 13.000 metros cuadrados de pavimento, sus 14 accesos y los 22 colores que se han empleado en la decoración. Será, sin duda, una nueva referencia en la ciudad y pronto se estampará en todos los folletos turísticos pero, sobretodo, resuelve una carencia importante y facilitará aún más el desarrollo urbanístico de la zona.

La obra, que se prolonga desde septiembre de 2006, tenía un plazo de ejecución de 34 meses, pero ha estado jalonada de numerosas dificultades. Ha sido financiada por la Generalitat y ejecutada por la UTE Ecisa-Dragados, siguiendo el proyecto del arquitecto Carlos Ferrater con una inversión de 19.557.800 euros.

Otros datos del Paseo reflejan que contará con 160 metros lineales de bancos, con capacidad para 400 personas, la iluminación de efectuará con 25 farolas de 4 y 5 focos cada una en el paseo superior y otros 185 a ras de la arena, además del arbolado y jardinería con especies mediterráneas. Unos trabajos que hasta la tarde de ayer se remataban con retoques de última hora.

Y como toda gran obra, tiene opiniones encontradas. En general, el llamativo diseño agrada a la mayoría que coincide en que es "muy moderno, logrado e impactante". Así lo define Teodoro, un turista de Vitoria que cree que la playa "estaba bastante abandonada", a pesar de ser "la mejor de Benidorm". Otros, como Mª Carmen, un vecina argentina, opina que es "un circo con tantos colores" a lo que Leela, canadiense, añade que "contrasta con el resto de la ciudad". La parte negativa, para unos y para otros, se relaciona con la accesibilidad. Los vecinos encuentran un inconveniente: sólo existe un sentido para la circulación rodada, así como la ausencia de aparcamientos, lo que ha perjudicado a los negocios. De ello también se quejaba ayer el grupo socialista. "He perdido muchos clientes, porque no todo el mundo puede caminar desde los lugares de aparcamiento hasta aquí", asegura Vicente, quien, como otros propietarios, ve un inconveniente la altura del paseo, que al ser elevada sobre el ras quita visibilidad a la gente que quiere ver la playa desde las terrazas.