El profesor de la Universidad de Alicante, el benidormense Francesc-Xavier Llorca Ibi, acaba de publicar el libro "Llengua d'arraix. La parla almadravera valenciana", editado por la Acadèmia Valenciana de la Llengua en su colección Recerca con el número 8. Mediante un estudio léxico, el autor explica los términos propios de la almadraba valenciana, además de exponer los diferentes tipos de almadraba y su terminología y clasificar y aclarar un léxico que ha hecho aportaciones singulares al valenciano. Llorca ha publicado con anterioridad "El llenguatge mariner de la Marina", fruto de su tesis doctoral, "Rondalles de la Marina" y "Als peus de l'Aitana. Paisatge i toponímia des de Sella".

El arte de la almadraba llega a Benidorm a finales del siglo XVI, dominando los benidormenses las almadrabas mediterráneas y atlánticas a finales del siglo XVIII, cuando pertenecían al duque de Medinaceli. En una almadraba, como la que se ubicaba en la punta de Sierra Helada, podían llegar a trabajar entre 38 y 40 hombres; sin embargo, en el siglo XX y hasta 1952 trabajaban sólo 28 hombres por temporada, cifra indicativa de su declive. Del centenar de pescados que podían capturarse en primavera, los marineros recibían una parte de ellos y existía la obligación de vender en Benidorm un mínimo de dos de los atunes pescados. El resto era llevado a La Vila para su explotación a cargo de la empresa local Lloret i Llinares. En 1959, la subasta de la almadraba de Benidorm quedó desierta, pero todavía en 1960 algunos marineros benidormenses salían a trabajar en las almadrabas andaluzas y marroquíes, a pesar de que la sentencia de muerte de dicho arte estaba ya dictada.