El ex alcalde de Benidorm, Pedro Zaragoza Orts, falleció pasada la media noche de ayer en el hospital donde estaba ingresado como consecuencia de una insuficiencia coronaria y un encharcamiento pulmonar, dolencias que se habían agravado en las últimas horas. Pedro Zaragoza fue ingresado en el Hospital de Levante el pasado viernes al detectarse una insuficiencia coronaria, que se complicó con un encharcamiento de los pulmones. Aunque los médicos consiguieron estabilizar al enfermo, su estado fue empeorando hasta que sufrió un fallo multiorgánico. Los responsables del centro sanitario explicaron que Pedro Zaragoza se encontraba tras ese fallo en estado grave y ya en la tarde de ayer se temía por su vida.

Nada más tener conocimiento de la noticia, el hospital se fue llenando de amigos y conocidos que quisieron estar al lado de su mujer en esos tristes momentos, aunque muchos de ellos, conocedores de la situación ya se temían este desenlace. Su salud se había ido deteriorando poco a poco, aunque ello no fue óbice para que siguiera trabajando en su despacho mientras las fuerzas le acompañaron.

Artífice del despegue

Pedro Zaragoza deja tras de sí una larga lista de amigos y allegados, pero mucho más extensa es su nómina de logros para Benidorm. Nadie le ha discutido nunca haber sido el artífice del despegue turístico de la localidad, a la que situó en el primer lugar de España en este ámbito y cuyo modelo muchos han querido copiar sin éxito. Sus continuadores en el cargo han seguido fieles a la filosofía de ciudad que ideó el ex alcalde, y que tanto le debe.

Adiós a la pesca

Pedro Zaragoza fue la persona que apostó por finiquitar el Benidorm pueblo de pescadores, que ofrecía ya pocas garantías para sus residentes, y cambiarlo hacia una gran urbe turística aprovechando las bondades climáticas y las posibilidades que ofrecía un término municipal inigualable para su idea. El Plan General que impulsó supuso el cambio radical de un Benidorm que en poco tiempo comenzó a cosechar los beneficios que su alcalde había previsto. Grandes avenidas, calles amplias y libertad para edificar en altura otorgaron a la ciudad ese sello que le ha caracterizado en los últimos 50 años. Una imagen que fue posible gracias a uno de los últimos visionarios del siglo pasado, que ha gozado de merecidos homenajes, aunque seguramente no todos a los que se había hecho acreedor. En su ciudad, aún sigue pendiente de crearse un premio turístico que lleve su nombre, pese a que los políticos lo aprobaron hace mucho.