El chiringuito Peña Grande de Santa Pola ha dicho adiós para siempre a vecinos y visitantes. Lo único que queda de este mítico emplazamiento son las cuatro paredes de obra, ya que el pasado fin de semana los propios trabajadores echaron el cierre y desde entonces han estado desmantelando el inmueble para dejarlo vacío a lo largo de estos días.

De hecho, el lunes expira el plazo de la quinta y última prórroga de la concesión que tenía el adjudicatario, que ha estado en activo en este mismo local durante más de dos décadas, y que, como medida de urgencia, ha decidido trasladar el negocio al centro de la villa para evitar el despido de los trece empleados fijos que trabajaban durante todo el año.

Una vez desalojada la construcción, y de cara al verano, el Ayuntamiento realizará labores de adecuación de este espacio de 79 metros cuadrados para darle el uso de almacén municipal, que sirva de apoyo logístico a los encargados del servicio de socorrismo, mientras que los dos baños que tiene la instalación quedarán abiertos y a disposición del público durante la etapa estival.

El planteamiento que se seguirá es la instalación de un chiringuito desmontable anexo a esta construcción fija, siguiendo el modelo técnico, tal y como está previsto para los quioscos de todas las playas y calas del municipio, aunque en este caso sigue en fase de licitación y se desconoce cuando podría prestarse el servicio en el paseo.

En cuanto al futuro de las instalaciones del Peña Grande, la concesión contempla que, al final del periodo estipulado de explotación del servicio, se devuelva el paseo de la avenida González Vicén al estado original que tenía antes de construirse este chiringuito. Asimismo, está previsto que en octubre se decida si, finalmente, se derriba el edificio, según fuentes municipales. De momento, el Ayuntamiento ha logrado aplazar la posible demolición al otoño. Con ello, los baños podrán aprovecharse este verano como complemento a los que ya hay repartidos por la playa y que se evite, así, maquinaria rondando por la zona en temporada alta.

La imagen que se ve estos días en el paseo es la de un ir y venir de operarios desarmando por partes el Peña Grande. Las rachas de viento de los últimos días han contribuido a que desaparezca poco a poco la esencia de este local, ya que el cartel con el logotipo se desencajó esta semana después de una ventisca.

Ya han desmontando los toldos que había anexos a la construcción central donde se ubicaba la cocina y el almacén. En este punto, sólo queda la instalación eléctrica, una amalgama de cables sueltos, ya que las planchas y todos los enseres para cocinar también han sido retirados para trasladarlos a un restaurante que el concesionario del mítico chiringuito ha adquirido en régimen de alquiler en la plaza de la Glorieta, y que, como no podía ser de otra forma, se seguirá llamando Peña Grande, cuenta Beatriz Sierras, una de las responsables del establecimiento que ayer fue inaugurado en este nuevo enclave. Esta trabajadora, hija del concesionario, considera que no han tenido margen de actuación, porque «nos enteramos en marzo de que ésta era la última prórroga del servicio. El contrato al que teníamos acceso era el de 2017», señala. Expone, además, que tampoco podían presentarse a la oferta de los nuevos chiringuitos, porque «son de dimensiones más reducidas, tienen más limitaciones en cocina y no estarían abiertos todo el año, con lo que no podríamos mantener a toda la plantilla como ahora», apunta esta hostelera.