¿Va usted a Tabarca? Esta es la pregunta que no se cansan de repetir estos días marineros y vendedores de tickets de las tabarqueras de Santa Pola, que tienen las casetas de venta en el paseo del puerto pesquero. La que califican de temporada media para el turismo está tardando en hacerse ver para captar visitantes a la isla, y en el caso de los catamaranes no están llegando a llenar ni un tercio de la capacidad de la embarcación, pero mantienen las seis salidas diarias. «Aún así creemos que la situación mejorará para el Lunes de Pascua», señala una marinera de un catamarán.

Otro de los trabajadores de una de las tres empresas tabarqueras que operan en el puerto, achaca este bajón a la inestabilidad del tiempo en los últimos días. «Los temporales de viento y lluvias han frenado a muchos turistas, por lo que la mayoría pasean y pasan de largo», manifiesta.

Además de esta falta de visitantes, desde algunas de estas empresas náuticas consideran necesario que se active el proyecto de la Estación Marítima planteado por Costas, que en la actualidad sigue paralizado. Con esta iniciativa se aglutinaría a las empresas en un punto común para reducir conflictos y evitar prácticas de venta desleal. «Se mejoraría la imagen que damos al municipio ya que las casetas están obsoletas y no cuentan con servicios mínimos como un baño», apunta el responsable de una de las tabarqueras, que prefiere mantener el anonimato.

Otros sostienen que sería bueno que los puntos estuvieran cerrados a modo de taquilla «para que no se repitan las escenas con gritos de las vendedoras hacia los turistas para captarlos», apunta uno de los marineros de la lancha taxi.

En temporada alta funcionan en el Puerto de Santa Pola seis casetas de venta de tickets, tres que corresponden a la empresa Tabarkeras, que cuenta con las embarcaciones más grandes y es la decana en el puerto, y las otras tres que pertenecen a Tabarbus y Tabarca Charter. La competencia de unos sobre otros supone una disputa continua por los precios, sobre todo en verano, que varían de los quince euros por trayecto. «A veces es insostenible porque otros bajan el coste del servicio hasta los cinco y los ocho euros», señala una de las trabajadoras de las tabarqueras, que explica que han denunciado prácticas de competencia desleal porque «llegan a captar visitantes desde la propia embarcación y les sacan el billete a bordo sin dirigirlos antes a los puntos de venta».