La procesión de la Pasión de Cristo sacó ayer a la calle a dieciséis pasos de la Semana Santa de Crevillent, declarada de Interés Turístico Internacional. La localidad alfombrera vivió una de sus jornadas más genuinas, que arrancó con el tradicional arreglo de pasos en las casas de las familias donde se guardaban las imágenes hasta que se construyó el Museo de la Semana Santa.

La tarde del Miércoles Santo volvió a reunir a miles de crevillentinos en la plaza de la Constitución, que se convirtió en un punto neurálgico para contemplar la concentración de las cofradías que, una a una, fueron llegando hasta el interior de la parroquia de Nuestra Señora de Belén, después de atravesar la plaza de la Constitución, con las conocidas en la localidad como «pasarelles», composiciones musicales compuestas para acompañar a las imágenes de la Semana Santa.

Por la noche arrancó la procesión de la Pasión de Cristo. Una procesión que en orden cronológico narra las últimas horas de la vida de Cristo, desde que La Samaritana le ofrece agua, hasta que es apresado por los romanos, y enviado a El Calvario cargando la cruz. Esta procesión, que abre el paso de La Convocatoria, recorrió las calles estrechas, y con cuestas, de la zona norte de la localidad, como son la calle San José o Salvador Mas, poniendo a prueba, una vez más, la fortaleza de los costaleros de las distintas cofradías crevillentinas.

Coro popular

La Virgen de los Dolores, con el coro popular, que interpretaba las marchas Stabat Mater, O vos omnes y Plorans ploravit, cerró esta procesión, que, ya de madrugada, da paso a la del traslado del Santísimo Cristo de la Victoria y María Magdalena, y la Tres Marías y San Juan hasta la parroquia de la Santísima Trinidad. Esta última procesión reúne cada año a miles de personas que alumbran al Cristo y a la Virgen.