14.30 horas en Crevillent. Cuarenta musulmanes se reúnen en una de las dos mezquitas que hay en la localidad alicantina para rezar con el imán Ahmed Aajoud. Concluida la ceremonia, regresan a sus comercios (carnicerías, bazares, locutorios€), situados principalmente en la avenida de San Vicente Ferrer y el paseo de Elche. Dos sentimientos invaden el ambiente: por un lado, el dolor y la resignación por los atentados que han tenido lugar en Barcelona; por otra parte, la normalidad habitual en los establecimientos, en los que nadie ha notado ningún gesto inculpatorio ni ninguna mirada de rechazo.

Crevillent representa un ejemplo de respeto mutuo. Dos generaciones de musulmanes se han desarrollado ya en la localidad, que a principios de los 90 empezó a atraer a la población magrebí con la fabricación de la alfombra como gran reclamo. Muchos de los jóvenes árabes nacidos allí hablan un perfecto valenciano y los problemas que aparecieron en sus primeros años, han menguado mucho. Lejos quedan las manifestaciones en su contra y las acusaciones de tráfico de drogas, de hace una década. Eso sí, la integración no es tan grande como a muchos les gustaría. La comunidad islámica convive en paz con la población local sin que los lazos se extiendan mucho más allá.

Aunque la mayoría de los comercios están ubicados en la avenida de San Vicente Ferrer y el paseo de Elche, la población magrebí, que representa un total del 7% de los habitantes de Crevillent, está repartida por toda la localidad. «Han aprovechado la compra de viviendas de segunda mano y muchos han ocupado el casco antiguo. Cuando llega el Ramadán, se nota por todo el municipio. No quieren quedarse en un gueto», explica un crevillentino que recuerda que, paradójicamente, dos de las celebraciones más importantes en Crevillent son las fiestas de Moros y Cristianos y la Semana Santa.

Desde su tienda de móviles atiende Anouar El Korauchi. «Estamos mal por el atentado. También lo podríamos haber sufrido cualquiera de nosotros, paseando con nuestras mujeres e hijos», lamenta con una postura que comparten los carniceros Mohamed El Haddoui y Abdellafit Zanzoun. «En Crevillent no tenemos ningún tipo de problema. Somos bien acogidos y estamos muy a gusto», puntualiza El Haddoui. «Queremos vivir en paz y ahora esperamos que la Justicia haga su trabajo con los que han hecho daño», añade el administrativo Khalid Ettakham.

El imán Ahmed Aajoud va en la misma línea que todos ellos. «Aquí no sentimos rechazo de ninguna clase. Somos una comunidad muy asentada y contamos con el respeto de todos los vecinos», concluye el religioso.