La acumulación de residuos y el cribado de algas y arena en cuatro parcelas santapoleras ha supuesto sanciones para el Ayuntamiento de la villa marinera. La Guardia Civil ha interpuesto dos denuncias por la acumulación y gestión de residuos procedentes de la limpieza de playas en cuatro zonas de protección forestal cercanas a la depuradora y a menos de 500 metros de la sierra de Santa Pola.

Esta acumulación viene de lejos ya que, al menos, desde hace nueve años se usan estos enclaves en la partida de Valverde Bajo como lugar de depósito y de trabajos de clasificación y cribado de los elementos. El problema es que tanto el uso del suelo rústico como vertedero de residuos y como su retirada, ocupación y almacenamiento requieren de una concesión de licencia urbanísticas en el caso de operar en parcelas privadas. Y Santa Pola no las tiene, como tampoco posee la autorización para cribar estos elementos del mar.

Según dos informes realizados por la Benemérita tras visitar el enclave durante el verano de 2016 y, más recientemente, esta primavera, los agentes han comprobado estas irregularidades. En una primera inspección, se notificó al Ayuntamiento santapolero que había malas prácticas en la acumulación y en la gestión de las algas marinas que se retiran para la limpieza de playas.

En una nueva visita, pasados unos meses, los agentes esperaban ver alguna mejora en la situación del enclave pero se encontraron con que la actividad irregular continúa en las cuatro parcelas cercanas a la sierra y que, además, ha empeorado porque la cantidad de algas y tierra acumuladas han aumentado de tal manera que ocupan prácticamente la totalidad de las parcelas y han elevado la altura de los montones de algas.

Esta situación provoca que estos residuos rebosen la valla que protege el enclave y lo separa de terrenos ajenos. Los restos se acumulan por fuera en esa zona acotada con rejas.

La Benemérita advierte del impacto paisajístico provocado, y del peligro de salinización del suelo que ya se ha detectado por la filtración de agua salina en este terreno forestal. Esta situación provoca el impedimento en cuanto al cecimiento de vegetación alrededor y, de hecho, se aprecia en el perímetro del área que, conforme se desbordan estos residuos, desaparecen las plantas. También está constatada una afección segura, en ese perímetro, que podría extenderse a otras parcelas.

Cabe recordar que a medio kilómetro del área se encuentra la sierra de Santa Pola, un monte de utilidad pública, que es suelo no urbanizable, común y protegido.

La solución, entonces, pasaría por llevar estos residuos a un gestor que sí que reúna las condiciones para la gestión de materiales no peligrosos como las algas o bien, si el Consistorio decide y quiere seguir acumulando y cribando, regularizar la situación y solicitar las licencias urbanísticas y ambientales y redactar los informes de los que ahora carecen. Además, se debe justificar el destino final dado a esos residuos y acreditar con la documentación adecuada los volúmenes gestionados y documento de entrega al gestor. Las consecuencias si no regularizan la situación pasan por la apertura de un expediente sancionador contra el Ayuntamiento de la villa marinera y, además, deberán sacar los restos del acopio, una gran cantidad de toneladas, y devolver la zona a la normalidad para reparar la huella dejada esta actividad irregular.