­¿Fue premeditada su elección como capitán cristiano?

Premeditada del todo por parte de mi entorno, pero no por mí. Me preguntaron en uno de los pocos Mig Any en los que he estado presente en Crevillent que si quería ser el capitán y, claro, no he podido decir que no. En la comparsa no es fácil encontrar a un capitán. Tras 47 años de vida en la comparsa viviré el cargo con mi familia, ya que mi mujer es la Castellana. Yo tenía la ilusión de que el cargo lo llevara este año mi hijo, pero me engañaron al final.

¿Cómo vivió la gala de proclamación de su cargo?

Sólo había estado presente antes en un acto de proclamación, el de 2015. El de este año ha sido muy emotivo para mí. Estoy acostumbrado a tener el papel festero, a estar con el pueblo, la gente en fiestas, pero este acto con 1.500 personas se vive de forma distinta. Me emocioné mucho, sobre todo, cuando el capitán Moro recibió a la sultana, que es su hija y acabamos casi llorando. Tenemos una relación muy estrecha entre nosotros.

¿Qué supone para usted y su comparsa la capitanía de este año?

Supone una alegría muy grande para todos. La comparsa ha hecho una gran acogida, me siento arropado por todos sus miembros. Este cargo lo toma una persona, pero representa a toda la gente que compone a la Castellano-Leonesa y espero dejarla en buen lugar.

¿Qué están preparando para el boato de su Entrada Cristiana?

La comparsa es la que está trabajando en él y son ellos los que tienen más pistas. Las sorpresas no pueden revelarse, pero los Reyes Católicos tendrán mucho que ver en el tema.

¿Está teniendo trabajo de más con la defensa de la capitanía Cristiana?

En este caso, lo que tenemos es una preparación extra algo más exhaustiva. Tenemos que estar preparados para todos los actos. Hemos estado presentes también en las cenas de las comparsas y otros actos festeros, hay que cumplir con todos ellos. Tenemos más compromisos en la agenda.

¿Qué mensaje le daría al capitán moro y al pueblo de Crevillent?

Al capitán moro tengo que decirle que nos portemos bien como hasta ahora, que siga habiendo ese buen rollo entre nosotros, las familias y el grupo que formamos con las reinas y cargos. A Crevillent le pido que salga a la calle, que disfrute, que nos arrope en los actos, que aplaudan, que acudan, porque, de lo contrario, unas fiestas para mirarnos el ombligo los festeros no tienen sentido