Desde hace cuatro años hay un colectivo que se encarga de hacer notar en Santa Pola lo grande que puede ser el impacto de un objeto tan pequeño como una colilla en el suelo.

El proyecto «Clean Beach» surgió de la mano de un padre, que se sorprendió y asqueó al ver cómo su hijo se metía una colilla que había encontrado en la playa en la boca. Desde entonces comenzaron mano a mano a recoger colillas y a depositarlas en un contenedor de plástico de forma improvisada. Ese año recogieron 13 kilos de colillas en Santa Pola y, desde entonces, el movimiento altruista ha ido tomando forma hasta crecer como un proyecto de sensibilización sobre la importancia de mantener limpias las costas. Este año, las playas de Gran Playa, Levante y cada vez otras más se visten con ceniceros gigantes naranjas, muy llamativos, que invitan a la gente a depositar los restos de los cigarrillos en su interior para que las colillas no se queden en el suelo.

Según los responsables de esta campaña, «tirar una colilla a la arena hace mucho mal» y aclaran que una colilla tarda entre cinco y diez años en degradarse en el suelo, pero que en una hora en el mar puede contaminar un litro de agua. La sensibilización hacia las personas fumadoras y los niños es su prioridad.

Patrullas de limpiadores frecuentan las playas con redes en horas de máxima afluencia, para limpiar los restos que la gente va tirando sin cuidado en el suelo y como elemento disuasorio para quienes tienen ese comportamiento incívico. Así, recogen desde plásticos hasta tapones e incluso han llegado a sacar bombillas o urnas funerarias.

Este viernes 26 de agosto realizarán una fiesta por la noche en Boulevard Centro, en la que quieren sensibilizar a través de la música para que no vuelva a verse una colilla en las costas santapoleras.