La temporada estival ya ha comenzado y, como viene siendo habitual, una de las principales preocupaciones de los bañistas continúan siendo las medusas. En este sentido, el Instituto de Ecología Litoral se encuentra realizando un estudio a lo largo de la Comunidad Valenciana, basado en la observación de las mismas, que informa semanalmente de la presencia de estos animales marinos en las playas. Por su parte, el Centro de Investigación Marina de Santa Pola (CIMAR) va un paso más allá, ya que estima que, con la reducción de la temperatura del agua, disminuirán las medusas en el litoral valenciano.

Así, aunque tanto el Instituto de Ecología del Litoral como el CIMAR destacan que, «a pesar de todos los estudios realizados, no se puede tener previsión segura de unos animales imprevisibles y que tienen un ciclo de vida tan complejo», ambos organismos señalan que una de las principales causas de las que provienen son el oleaje inducido por el viento, y que el de Levante y Noreste son los que más medusas arrastran, y se concentran en las zonas de espigones. «Este fenómeno provocó que el año pasado se redujera entre un 10% y un 20% la afluencia de medusas en las playas, porque predominaron las calmas», indicó Juan Guillén, investigador del Instituto de Ecología del Litoral.

Además, Alfonso Ramos, director del CIMAR, afirmó a este diario que «la temperatura también influye, por lo que, al esperarse un verano más frío, bajaría el número de medusas». No obstante, también señaló que «estas llevan 700 millones de años en el mar, y ahora no hay más que antes, sino que, al aumentar la presencia de turistas en las playas, se producen, lógicamente, más picaduras». Tanto es así que el año pasado, de los 17 municipios que envían sus datos al Instituto de Ecología del Litoral, se llegaron a registrar un total de 20.000 intervenciones en verano. Sin embargo, «este dato, aunque puede resultar alarmante, hay que compararlo con los millones de personas que acuden a las playas», indicó Guillén. Y es que este centro recoge datos de Castellón, Valencia, Alicante Norte y Sur, donde cuelgan un boletín informativo tres veces por semana para indicar la presencia de medusas en la costa. Estos se publican cada lunes, miércoles y viernes, y señalan el tipo de alerta existente. Hasta el momento, los años donde más hubo fueron durante 2007, 2010 y 2011.

En el caso de la villa marinera, el Ayuntamiento de Santa Pola, junto al Instituto de Ecología del Litoral, el CIMAR, la Cruz Roja, la Cofradía de Pescadores, la Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar y la Fundación para la Biodiversidad, se encuentran realizando un seguimiento más exhaustivo sobre las medusas. Esto hace que Santa Pola se encuentre preparada tanto para invasiones grandes como pequeñas, «ya que la Policía Local colabora con una embarcación neumática y la Cofradía de Pescadores con redes, por si hubiera bancos de medusas o apariciones de gran tamaño», explicaron desde el CIMAR.

En el caso de Santa Pola, «a veces hay más que en otros lugares por la brigada de vientos de Levante, que atraen a la "pelagia" y a los "claveles de mar", y las circunstancias de los espigones, donde se refugian las "medusas cruz", aunque generalmente, como llegan por oleada, cubren toda la costa», aseguró el investigador Juan Guillén.

La función del CIMAR es, precisamente, determinar las posibles especies y tener una estimación de volumen de estos animales. «Hay muchos tipos de medusas pero el 99% de las picaduras provienen de las especies más pequeñas como el clavel del mar», resaltó Ramos.

Además, el tipo de medusas que se puede encontrar en las playas varía en función de la estacionalidad. «Ahora son típicas las "pelagias" o "claveles de mar", mientras que en un par de semanas aparecerán las "aguamalas", que son las más azuladas, y, para finales de verano, se podrán observar las comúnmente conocidas como "huevo frito" o aguacuajada», señalaron desde el Instituto de Ecología del Litoral. Este abanico de medusas es típico en toda la Comunidad Valenciana, aunque los más peligrosos suelen ser los «claveles de mar», que aparecen sobre todo en las playas expuestas a vientos de Levante.