Un reloj de mujer y fragmentos de ropa, entre ellos varias piezas de ropa interior, han sido los hallazgos más significativos en el pozo ciego donde se busca a Remedio Ludeña Gea, desaparecida en Santa Pola hace 24 años, sin que hasta el momento se haya podido dar con pruebas concluyentes o con restos humanos tras una semana de trabajos. Al menos media docena de piezas de lencería, además de medias, trozos de camisetas, trapos y retales de tela conforman la mayoría de las muestras que los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil se han llevado protegidas en bolsas para analizarlas y determinar si pueden coincidir con prendas que vistiera la mujer el 19 de mayo de 1991, cuando se le perdió la pista (una camiseta blanca y una falda roja, según la descripción de su familia). También se han reservado algunos pequeños huesos, aunque en principio no se cree que sean humanos.

La minuciosa y concienzuda revisión del pozo ciego del barranco de Catarra, junto al barrio del Calvario, tenía que haber terminado ayer según las previsiones, y a pesar de que se instalaron focos para continuar con los trabajos, a las 20.30 horas no quedo más remedio que parar hasta hoy porque el terreno se había vuelto demasiado húmedo, hasta el punto de que los operarios que trabajan dentro del pozo se hundían casi hasta la rodilla. Los expertos en trabajo en medios confinados de la mercantil murciana «Excavaciones y Montajes Vigueras» se afanaron ayer durante doce horas apenas parando para comer y consiguieron sacar al exterior el contenido de tres metros del pozo, llegando a bajar hasta 16,5 de profundidad. Según habían medido con una pértiga el día anterior, el fondo del pozo debía de estar en los 16 metros, aunque a última hora de anoche aún no lo habían alcanzado y no podían precisar a la Guardia Civil cuánto queda por excavar. Hasta que lleguen a toparse con la roca, y desde dentro de un cilindro de sólo 80 centímetros de diámetro en el que apenas caben en cuclillas ayudados por oxígeno para respirar, seguirán hoy sacando al exterior todos los restos para que la Policía Judicial los revise, incluyendo ladrillos y escombros.

Los investigadores iniciaron la semana pasada la inspección del pozo al conocer «nuevos indicios clave» que apuntan a que una o varias personas pudieron arrojar el cadáver de Remedios Ludeña allí la misma noche en que desapareció. Esa línea de investigación es la que se intenta esclarecer revisando palmo a palmo el foso, donde de ser cierto deberían hallarse al menos restos de los huesos más grandes del cuerpo, algo que por el momento no ha ocurrido. Los propios padres de la desaparecida, a medio camino entre la esperanza de saber 24 años después qué ocurrió con ella y el miedo de constatar que alguien pudo acabar con su vida de forma violenta, aseguran que ya pidieron hace años que se inspeccionara el pozo porque en el barrio este rumor ya se había escuchado.

La madre de la joven, Remedios Gea, también ha relatado que sospechan que algunos vecinos puedan saber qué ocurrió con ella, porque a lo largo del tiempo ha escuchado comentarios, ha visto a una mujer con la chaqueta que llevaba su hija aquel día o se han encontrado sus llaves en un tejado. También ha lamentado que quien haya podido ahora ofrecer nuevas pistas no hablara hace años, puesto que teme que el hipotético crimen hubiera podido prescribir.

Premisa

Nada de eso está confirmado por los investigadores, que trabajan con discreción y con la premisa de que se puede identificar, detener y juzgar a los culpables. El resto corresponde a los juzgados. Ayer la búsqueda atravesó una fase de cierto optimismo puesto que los restos que iban apareciendo en el pozo podían encajar con las últimas pistas (la presencia de ciertos materiales en las capas correspondientes a la época, por ejemplo) pero las esperanzas se fueron apagando a medida que caía la tarde y se acercaba el fondo del pozo sin que se hallara ningún hueso. El de hoy será, al fin y al cabo, otro día de trabajo.