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Santa Pola

La inspección del pozo se reanuda cubo a cubo desde dentro de un tubo bajo tierra

La búsqueda de los restos de Remedios Ludeña Gea, desaparecida en 1991, se retoman con una empresa especializada que ayer descendió hasta los diez metros

La inspección del pozo se reanuda cubo a cubo desde dentro de un tubo bajo tierra

De la forma más minuciosa y extremando las precauciones se ha retomado la inspección del pozo ciego en el que la Guardia Civil busca el cuerpo de Remedios Ludeña Gea, vecina de Santa Pola desaparecida en 1991 cuando tenía 19 años. Los investigadores de la Policía Judicial comenzaron a abrir el pozo el pasado martes con una retroexcavadora del Ayuntamiento al tener conocimiento de «nuevos indicios clave» que apuntaban a que la mujer habría sido arrojada sin vida al foso la noche que desapareció, el 19 de mayo de hace 24 años, pero a los dos días detuvieron los trabajos al comprobar que el mal estado de la infraestructura podría causar derrumbes que dañaran los posibles restos y pruebas. De este modo, la Guardia Civil requirió los servicios de una mercantil de Murcia que ha retomado la actividad y que ayer consiguió descender hasta los diez metros de profundidad sin encontrar por el momento nada concluyente. La previsión es inspeccionar hasta el fondo el pozo, teniendo en cuenta que se espera que tenga al menos 16 metros según el testimonio de los propietarios.

Tras un primer acercamiento al foso, se determinó que en su parte más superficial tiene un diámetro de un metro aproximadamente y las paredes están recubiertas de piedra que podría desprenderse hacia adentro, por lo que la empresa ha fabricado e instalado un tubo de ese diámetro que se introduce en vertical en la abertura. Un operario se descuelga por el interior del tubo con las oportunas medidas de seguridad (que se intensificarán con mascarillas y oxígeno si se detecta presencia de gases) y, una vez que llega a su base, empleando distintas herramientas va «rascando» el suelo bajo sus pies y llenando un cubo con los escombros y restos de tierra. A medida que retira el material, el tubo puede seguir bajando poco a poco. Cada uno de esos cubos se recupera con una polea y pasa a manos de efectivos de la Guardia Civil, que inspeccionan minuciosamente cada fragmento en busca de cualquier resto que pudiera ser humano o que pudiera dar pistas sobre el caso. La tierra ya analizada va siendo descartada mientras que cualquier indicio de valor se aparta y protege en bolsas para ser analizado.

De este modo, centímetro a centímetro, se está vaciando el pozo y sacando al exterior los escombros y todo el material que en las últimas décadas se echó allí. En la mañana de ayer los operarios llegaron a un punto de profundidad más allá de los ocho metros en el que las dimensiones del pozo se hacen aún más angostas. Por ello, fue necesario introducir un nuevo tubo de tan solo 80 centímetros de diámetro para seguir con los trabajos. Los operarios de la empresa, miembros de un equipo específico de trabajos en «espacios confinados», van haciendo turnos para trabajar en un medio tan complicado -en el que el margen de maniobra es mínimo- y ayer consiguieron alcanzar una profundidad de unos diez metros, hasta que se encontraron con que el terreno está más compactado y los trabajos se ralentizan.

Corroborar

La misma operación se seguirá llevando a cabo hoy, según apuntaron fuentes de la empresa y del Instituto Armado, sin que por el momento se haya podido corroborar que las nuevas pistas que han reanudado la búsqueda vayan a dar resultados. La Guardia Civil informó la pasada semana de que nunca cerró la investigación en torno a la desaparición de Remedios Ludeña, aunque ha seguido varias líneas de investigación y ahora ha retomado la búsqueda activa al recibir nuevos indicios.

Los padres de la mujer (que dejó cinco hermanos y un hijo de dos años cuando desapareció) no han dejado nunca de buscarla. Desde su vivienda, a pocos metros del pozo, siguen muy de cerca los trabajos de la Guardia Civil y han manifestado que esperan que los restos aparezcan «para que descanse en paz», porque tras tantos años necesitan saber lo que ocurrió con ella y «que los culpables lo paguen».

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