Las tropas de la Cruz vencieron ayer en su segundo asalto, rodeadas del fuego de las antorchas que iluminaban las almenas del Castillo. La asociación de Moros y Cristianos logró anoche generar un ambiente más creíble y potenciar la vistosidad de la Reconquista, con el fuego alumbrando por primera vez la fortaleza en el momento de la embajada. Así, los festeros dieron un paso más en la recreación de un episodio histórico y muy aclamado entre los santapoleros y visitantes, que arroparon desde principio a fin el acto.

El ejército cristiano se sublevó ayer contra los invasores para recuperar la fortificación sitiada por las huestes de la media luna, tras el desembarco y conquista de Santa Pola. Primero, las escuadras moras de Beduinos, Llaganyosos y Bereberes hicieron su aparición entre las multitudes concentradas en las inmediaciones de la Glorieta para no perderse detalle. Tras ellos, el bando de la cruz llegó al escenario principal de la batalla, con los Almogàvers, Piratas, Astures y Templarios.

Los embajadores Manuel Gabino Pascual y Vicente Luis Valero Alonso se armaron de valor y protagonizaron la tradicional embajada que acabó con una guerra entre las dos tropas con novedades como el lanzamiento de flechas cristianas y de un ariete para pedir la entrada al castillo.

El disparo de arcabucería llenó de ruido y olor a pólvora el enfrentamiento. Mientras que la lucha de espadas contagió de expectación al público. Finalmente, el combate cuerpo a cuerpo entre el paladín moro, Esteban Molina Ruiz, y su homónimo cristiano, Alan García Amorós, acabó con el triunfo de los invadidos y su entrada triunfal al bastión del siglo XVI.

Los boatos y grupos de baile pusieron la nota de color al acto, que hoy alcanzará su máxima esplendor con la gran entrada.