Encerrados en casa por culpa de no contar con un transporte adaptado que les lleve al colegio. Antonio, Rubén y Adrián llevan años sin poder recibir la atención que su enfermedad requiere en un centro ocupacional por la falta de medios.

Los tres hermanos de 26, 24 y 22 años pasan los días entre cuatro paredes y sentados en sillas de ruedas, con la dedicación exclusiva de una madre entregada las 24 horas del día a los cuidados de sus hijos, desde que acabaron su etapa en el «Virgen de la Luz».

Allí, los alumnos salen los 21 años y, después, ingresan en el centro de discapacitados psíquicos Jubalcoy, donde la lista de espera ha impedido la entrada de los tres jóvenes.

Así, en una situación límite y con una discapacidad reconocida que llega al 95%, pero sin perder la sonrisa, los hermanos ansían volver al colegio para relacionarse con sus compañeros y recibir la atención de un terapeuta y de un fisio para no ir para atrás en su enfermedad.

Antonio, Rubén y Adrián padecen una distrofia muscular degenerativa que apareció en sus vidas a partir de los 18 meses y que con el paso del tiempo ha afectado a la movilidad de sus cuerpos y al habla.

Los tres jóvenes crevillentinos, acompañados de su madre, Isabel, esperan una luz en el camino gracias a la ayuda de la gente que los rodea.

Y es que, la Asociación de Discapacitados Físicos y Psíquicos de Elche (ANOA-ELX), junto al servicio de ambulancias DYA se han movilizado para arropar a la familia, con el objetivo de que puedan asistir al colegio Virgen de la Luz, donde recientemente se ha habilitado un pequeño espacio para atender a mayores de 21 años.

El problema al que se enfrenta la familia es que el servicio de autobuses para desplazarse al centro les reclama casi 3.000 euros al mes para poder llevarlos en un sistema adaptado, según afirmó Isabel. Mientras, que el servicio de DYA que también traslada a un usuario del centro ocupacional, tan sólo dispone de un furgón para una silla de ruedas.

Ante ello, el coordinador del transporte sanitario de urgencia, Antonio Tarí, ha recabado apoyos entre empresarios y administraciones para hacer realidad el sueño de los tres hermanos.

De esta manera, fundaciones como la de Juan Perán Pikolinos, Tempe, La Caixa y el Consistorio crevillentino son algunos de los organismos que se han comprometido a aportar su ayuda que para Antonio, Rubén y Adrián será, sin lugar a dudas, todo un mundo.