Con una viveza espectacular, los Moros y Cristianos de Santa Pola consiguieron superarse en la Entrada de los dos bandos celebrada en la noche de ayer.

Más de 1.300 festeros marcaron un desfile histórico que culminó la trilogía recreada por las tropas de la media luna y de la cruz desde el inicio de las fiestas patronales. En total, seis boatos, 24 bandas de música de diferentes puntos de la provincia, 70 filàs y 16 carrozas protagonizaron un intenso recorrido que se prolongó hasta la madrugada.

Una noche para la tregua y para la puesta de largo y una cita con la diversidad de culturas. Así, los santapoleros llenaron de emociones y de admiración a un público expectante y entregado que abarrotó las calles del centro del municipio, desde la misma salida del Palmeral.

Sin disparos, combates cuerpo a cuerpo, ni parlamentos, el desfile de ayer sólo tuvo hueco para las marchas de las siete comparsas que pudieran lucirse con las mejores de sus galas.

Los Astures, con la presidenta de la asociación de Moros y Cristianos, María Asunción Pérez, como capitana, fueron los encargados de abrir la Entrada guiada por la bandera de la agrupación y la de su comparsa. El boato de Security Dance y sus bailes con espadas entusiasmaron a los asistentes al comienzo de la noche. Tras ellos, la comparsa Templarios mostró su lado más ardiente con una exhibición de fuego ofrecido por el boato de Pyros Espectáculos. Para cerrar el bando cristiano, los Almogàvers y Piratas, estos últimos con filàs de Guardamar, fascinaron al público con sus vistosas vestimentas.

Las huestes moras comandadas por la comparsa Bereberes y sus sorprendentes trajes africanos evocaron a las tradiciones y las tribus orientales. Los Llaganyosos, con la filà Llangardaix, Moxama y Ouet, ofrecieron un boato mágico y colosal. Los Beduinos fueron los encargados de poner el broche de oro con un despliegue de festeros ataviados con túnicas del desierto.

Así, las espadas, las lanzas, las flechas, las plumas, las armaduras, los escudos, las pedrerías, las túnicas... junto a los rostros y cuerpos dibujados con maquillajes de película dieron vida a la Entrada con más participación de los últimos años. La aparición de las carrozas, con los cargos festeros de cada comparsa y el saludo de los niños también engrandeció el desfile hasta la calle Muelle.

Durante al menos cinco horas, la villa marinera vivió una de las jornadas más multitudinarias de las fiestas, tras el desembarco moro, las embajadas de los dos bandos y la Reconquista cristiana.