Solemnidad y respeto han marcado siempre la Procesión de Penitencia de Crevillent. Dos características a las que ayer se sumó la expectación por ver por primera vez la imagen del Cristo de Difuntos y Ánimas de Mariano Benlliure de pie, en lugar de acostado, como ha salido durante los pasados 25 años.

La hermandad del Santísimo Cristo de Difuntos y Ánimas ha adoptado este cambio atendiendo a la recomendación del experto que ha restaurado recientemente la imagen, que tenía el brazo derecho a punto de desprenderse.

La sensación para el público fue diferente aunque desde la hermandad destacaron que la nueva parihuela mantiene la cercanía de la imagen durante la procesión que transcurrió por las calles estrechas de la «vila vella» de Crevillent.

El ambiente, con la única iluminación de antorchas de fuego, invitó a la reflexión y al recogimiento ya que pese a la multitud de personas que se concentraron en las calles del centro de la localidad el silencio fue absoluto al paso de la imagen del Cristo de Difuntos y Ánimas.

La Procesión de Penitencia de Crevillent es la más austera de la Semana Santa, declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional. Con la iluminación de las calles apagadas y los penitentes vistiendo hábitos cistercienses en absoluto recogimiento, recorrieron las calles de la «vila vella» y al finalizar, en la Plaza de la Constitución, se llevó a cabo una oración en memoria de todos los difuntos crevillentinos.

El silencio de la procesión sólo se rompía con el sonido de algunas campanas repartidas a lo largo del cortejo y por las voces del Coro de Voces Graves de Crevillent. Esta masa coral integrada por hombres interpretó ante el Cristo el Himno a la Santa Cruz (basado en un fragmento de Venantius Fortunatus del Siglo VI), y Velum Templi del crevillentino José Alberto Aznar.