El interior del Castillo Fortaleza se llena cada día del trasiego constante de aprendices de pintores, ebanistas, albañiles... auténticos restauradores que reconstruirán un preciado legado del pasado de la villa marinera.

En el mismo lugar donde ya está abierto el Museo del Mar y el Museo de la Pesca, los alumnos de la Escuela Taller VI de Santa Pola trabajan en la creación del Museo de la Música. Una sala que pretende homenajear esa faceta artística que dejó huella gracias al maestro Quislant.

Aceites, lacas y, sobre todo, mucho tesón, sirven para devolver a su estado original muebles del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX que pertenecieron a distintos vecinos de Santa Pola.

Además, entre esos armarios, cómodas, plateros, se encuentra un piano cedido por el propio Ángel Quislant.

"Lo importante es que los alumnos aprendan a reparar muebles muy deteriorados, pero que, a su vez, mantengan ese toque de la época", apunta Antonio García, profesor de ebanistería de la escuela taller.

Pintar las paredes con cenefas con tan solo un pincel y una plantilla o dar forma a una pared con esponja para que parezca antigua son otras de las tareas en las que también trabajan los jóvenes santapoleros.

Una formación y un oficio para hacer que el pasado de la villa marinera pueda estar siempre presente.