Pese a la desgracia de perder la embarcación, de la que ahora tendrá que responder el seguro, el armador reconoce que los marineros tuvieron mucha suerte: todos los tripulantes estaban en la cubierta porque en el momento del hundimiento se encontraban realizando la maniobra de "calar" o echar las redes al mar-en realidad, las nasas que se usan en la pesca de la quisquilla-. Es por ello que a todos los tripulantes les dio tiempo a saltar al agua y ninguno se quedó atrapado en la embarcación, lo que hubiera sido fatal, ya que ésta se hundió en apenas unos minutos, según expresaron los propios marineros.

Además, a esta circunstancia se une la casualidad de que Salvamento Marítimo estuviera realizando justo en la zona otro rescate, el de tres personas que estaban en un yate que se hundió a unas cinco millas de la posición del pesquero. Así, la ida a pique del "José y Rafaela" fue tan rápida que la tripulación no tuvo ni tiempo de realizar ellos mismos la llamada de emergencia a Salvamento Marítimo.

Los doce tripulantes se echaron al agua y de ahí a una balsa salvavidas desde donde lanzaron una bengala de socorro que divisó Salvamento Marítimo. Momentos después fue su radiobaliza, un dispositivo que llevan los barcos y que en caso de emergencia emite la señal de socorro con la posición del barco, la que dio el aviso, aunque para entonces el rescate ya se estaba realizando.

De ese modo, los pescadores ni siquiera tuvieron que estar esperando en el mar, y en pleno temporal, a que vinieran a rescatarles, sino que la respuesta de los servicios de salvamento fue prácticamente inmediata a su caída al mar. Es por ello que todos los pescadores fueron rescatados ilesos y pudieron volver a casa, con la única excepción del segundo mecánico, que sufrió en un esguince en una pierna.