El ritmo de las marchas cristianas tomó ayer el relevo a las moras en Crevillent. Representando a distintos puntos de la geografía española hicieron su entrada en la localidad alfombrera las seis comparsas que componen el bando de la cruz, y que llenaron de luminosidad y alegría las calles de la población.

El capitán abanderado Francisco Parres volvió a recibir el calor de los crevillentinos, a los que ofreció una breve muestra de su boato del año anterior. Con él, las numerosas escuadras de los Maseros fueron las primeras en participar en la Entrada Cristiana con su Masera de Honor Begoña Vicente García. Los siguientes en hacer acto de presencia fueron los Castellanos Leoneses con su Castellana Gema Escolano Berná. Las tropas de los Dragones llegaron lideradas por la Princesa Dragones Natividad Sanz Roca. En la entrada, también participaron los Astures con la Bellea Astur Gema Garro Molina y los Almogávares con la Rosa de Bronce Marta Navarro Jorquera.

Las bellezas cristianas se pasearon por la localidad ataviadas con bellos trajes de corte medieval y elaborados por manos artesanas. Desde sus carrozas, las protagonistas cristianas de la fiesta saludaron a los vecinos y a los numerosos visitantes que, un día más, inundaron las calles de Crevillent, desde el Parque Municipal hasta la calle Corazón de Jesús.

La expectación creció conforme se acercaba el momento de la llegada de la capitanía. En esta ocasión, los Caballeros del Cid, simularon estar en un valle de la zona del Vinalopó. El boato recreó la historia de un pueblo mediterráneo, a través de las diferentes clases sociales, que esperaba la llegada del capitán cristiano Francisco Javier Maciá.

Las primeras banderas del boato trasladaron a la localidad hasta la época de don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, en un pueblo que se transforma con la llegada de la noche impregnando cada rincón de heno, monte e historia. En un principio, se mostró a los villanos con la participación de los niños y una carroza tirada con bueyes en la que cantantes de la Coral Magdala de Novelda interpretaron un aleluya del siglo XIII con un ballet formado por familiares del capitán.

Tras los villanos, llegó el turno del clero que rezaba por los hombres en aquella época. En esta escena apareció un prior con cuatro botafumeiros y varios monjes. Como colofón a esta parte del boato, diez cantantes de la Coral Magdala interpretaron desde una carroza el canto gregoriano Veni Creator del siglo IX.

Al clero le siguió el apartado de la batalla con elementos como banderas, una catapulta, una ballesta y una torre de asalto, así como un grupo de forzudos, a los que siguió un espectáculo de caballo y escuadras cristianas llegadas desde poblaciones como Guardamar, Novelda, San Blas, Xixona e Ibi.

El último bloque fue reservado para la nobleza. Aquí fue donde volvieron a aparecer los cargos festeros que han representado a los Caballeros del Cid durante los últimos años con las escuadras de la comparsa. El espectáculo de la nobleza estuvo a cargo de tres cantantes con un grupo de músicos que hicieron acto de presencia en una carroza que simuló ser un jardín de la época. Este grupo ofreció la interpretación de una versión de Carmina Burana del siglo XII.

Llegados a este punto el boato se preparó para ofrecer el momento cumbre de la noche. El caballo y la filá especial del capitán abrieron el paso a la carroza del capitán cristiano Francisco Javier Maciá y la Infanta Díaz de Vivar Mari Carmen Molina, que fue anunciada por el repique de una campana que avisaba de su llegada al poblado medieval.