En los últimos tiempos hay un notable interés por recuperar la figura y, sobre todo, la obra de una serie de autores que vieron publicadas sus mejores páginas, no en libros, sino en periódicos y revistas. Cuando se habla sobre estos periodistas literarios, se suele repetir hasta la saciedad que se trata de escritores sin libros, pero, en la mayoría de los casos, esta afirmación resulta completamente falsa. Así, la bibliografía de Julio Camba (Vilanova de Arousa, Pontevedra, 1882-Madrid, 1962) alcanza la nada despreciable cifra de diecisiete títulos, sin contar recopilaciones, antologías y ediciones, y eso es tan sólo una pequeña muestra de lo que publicó en la prensa escrita de su época.

En estas líneas, no trataremos directamente sobre Camba, sino sobre Una rana viajera. Las crónicas y los libros de viaje de Julio Camba, que es el título de una monografía que Rafael Alarcón Sierra (Zaragoza, 1968) ha dedicado precisamente a uno de los géneros más cultivados por el escritor gallego: la crónica de viajes. En "quince lecciones", Alarcón Sierra va desgranando las características de los libros de viaje de Camba, en los que da una visión muy particular de la realidad que le rodea, siempre tamizada por su peculiar estilo y por su imprescindible sentido del humor.

En su estudio, Alarcón Sierra se centra en los siete volúmenes que constituyen la bibliografía viajera de Camba -Playas, ciudades y montañas (1916), Londres. Impresiones de un español (1916), Alemania. Impresiones de un español (1916), Un año en el otro mundo (1917), La rana viajera (1920), Aventuras de una peseta (1923) y La ciudad automática (1932)-, pero no los aborda de forma cronológica, sino geográfica, recorriendo los distintos lugares en los que Camba fue corresponsal, "uno de los más peculiares corresponsales en el extranjero que haya tenido nunca la prensa española"

Los tres primeros capítulos sirven a modo de introducción: al propio Camba, a los libros de viaje de la época y a las crónicas de Camba, respectivamente. "Los libros de viaje de Julio Camba subvierten muchas de las características establecidas por sus precedentes [...]: lo que escribe son ficciones de la vida colectiva de las distintas sociedades en las que vive temporalmente, casi siempre estilizadas caricaturas llenas de humor e ingenio", apunta Alarcón. A partir del cuarto capítulo, el volumen se centra en las crónicas de Camba, eminentemente urbanas, ya que el paisaje y la naturaleza apenas tienen cabida en su escritura, como no sea para caricaturizarlos. Mientras que en el capítulo cuarto se caracteriza el sentido del humor empleado por este singular periodista, en el quinto se dan las pautas fundamentales que configuran su estilo: claridad y concisión, frente a retoricismo y ornato. Es muy interesante la opinión de Camba acerca del turismo: "Lo digo por la Agencia Cook, que al facilitar los viajes ha destruido todo su encanto [...] y lo digo por el Baedeker, en cuya prosa el país más exótico adquiere un carácter de vulgaridad".

Los siguientes capítulos tratan sobre los distintos lugares que recreó Camba en sus crónicas, aunque apenas presentaba detalles de sus viajes y sus estancias; más bien ofrecía impresiones acerca del carácter nacional y de las diferencias entre los españoles y las distintas nacionalidades, sobre todo europeas. Por su prosa vemos pasar Londres, París, Berlín o Munich, pero también distintos lugares de Suiza, Italia y Portugal. Mención aparte merece Nueva York, protagonista indiscutible de las crónicas de Un año en el otro mundo y La ciudad automática.

Sin duda, esta monografía de Rafael Alarcón Sierra no sólo consigue recuperar cierta parte de la producción literaria de Camba, sino que sirve, sobre todo, como invitación a la lectura de un autor que vivió los últimos años de su vida en la Habitación 383 del Hotel Palace de Madrid.