Poética del mundo

El poeta de Guardamar del Segura Juan Ramón Torregrosa publica Quedar en las palabras, un poemario de celebración del lenguaje

Juan Ramón Torregrosa.

Juan Ramón Torregrosa. / INFORMACIÓN

Eduardo Boix

Cuánta importancia tiene el lenguaje. Si nos paramos a pensar en la magnitud que alcanzan las palabras, podríamos afirmar que lo que existe es lo que se dice, si algo no se pronuncia no toma forma. Podríamos afirmar que eso es el resumen de toda la historia de la filosofía. La poesía es eso, buscar en las palabras, bucear en el lenguaje para hallar eso que nos emociona. Si lo nombramos, hacemos que exista. Si nos paramos a pensarlo, podríamos decir que se trata de magia, vieja alquimia que, sin saberlo, hace que surja todo. La importancia de la palabra es la que domina el mundo y en ellas se construyen las poéticas. Porque es ahí donde se crean los mundos.

Quedar en las palabras, de Juan Ramón Torregrosa, publicado por la editorial Alhulia en la colección Syl-laba cuadernos de poesía, es un canto profundo de amor a las palabras. Torregrosa es un enamorado del lenguaje. En su larga trayectoria lo ha demostrado con creces y es en ese espacio donde él crece como escritor. Juan Ramón abre el libro con un conjunto de prosas tituladas como «Motivo»:» La ironía es un arma de doble filo. Si hiriente, el dolor que causa no compensa la satisfacción del gracioso o resentido que la produce, por muy brillante o ingeniosa que sea. Si despierta en nosotros una sonrisa leve, una chispa de comprensión o censura, o nos proviene de estupideces humanas y despropósitos colectivos, sana más que hiere…». Este es un claro ejemplo de lo que podríamos denominar como poética de Juan Ramón Torregrosa, un maestro del hacer literario. Su conocimiento enciclopédico del oficio del lenguaje hace que cada libro suyo sea una lección de buen hacer literario. Pero es que el título ya nos adelanta lo que nos vamos a encontrar: él mismo ante el lenguaje y, al mismo tiempo, unido, como una fusión de formas y fondos.

Pero hay un poema dentro del libro que podría ser la poética del mismo, como la guía que nos indique hacia dónde va el poemario. Este poema titulado «Escribir» es como la senda que debemos seguir en su literatura:» Escribir cada día. / Un verso. Dos palabras. / No importa. / Escribir como quien respira. / Con tinta verde. / Con tinta negra. // Escribir y sentirse vivo, de par en par, / los balcones del alma, /las lucernas del cuerpo. // Escribir sin la angustia / de las cosas que quedan por hacer, / del tiempo desleído entre los dedos. / Roídas emociones». Este canto al hacer literario, al oficio de escribir, es el resumen de su forma de entender el mundo. Juan Ramón no entiende la vida sin literatura, o así lo creo yo. Con esa afabilidad que le caracteriza, la sabiduría de años de estudio y oficio, sus conversaciones son lecciones del arte de escribir.

Quedar en las palabras es un poemario dividido en cuatro partes bien diferenciadas donde la palabra y la música están presentes: Palabras habitadas («Obertura»); Al hilo de las horas («Andante»); Del vivir («Allegro ma non tropo»); y Siete poemas lapidarios («Adagio lamentoso»). Esa unión del concepto poético y musical es una constante en Juan Ramón. Estamos ante un estudioso de las formas y del fondo, como hemos dicho antes, y se nota en su poesía. Podríamos afirmar que este poemario es un paso más en la obra de Torregrosa. Como un repaso a lo acontecido y una preparación a lo que tiene que venir. El último poema, «Epitafio», es claramente una sentencia a toda su obra y persona, como una declaración de intenciones: «Si alguien, transcurridos los años, /quiere saber de ti, de tus días y noches, / y te busca en tus huesos, / que a este breve epitafio se atenga: // Buscadme en mis poemas / no en mis cenizas».