Enfrentarse al mundo

El escritor ilicitano Carlos Javier Cebrián nos define la humanidad en sus libros de artículos La alegría de escribir y Ejercicios de incertidumbre 

Carlos Javier Cebrián.

Carlos Javier Cebrián. / INFORMACIÓN

Eduardo Boix

¿Para qué se escribe? Eso se pregunta el 90% de los escritores que habitan la Tierra; el 10% restante solo es ego. La escritura, que nunca puede ser un hobby, es una forma de habitar el mundo. Los que escriben intentan comprender su mundo, lo que les rodea, por eso plasman en papel lo que les viene por la cabeza. En estos tiempos en los que se publica tanto, se escribe tanto y se dice tanto, a veces surgen libros reflexivos que van más allá de la autocomplacencia del autor del mismo. Son reflexiones al aire, como botellas naufragando con un mensaje que el lector descifrará. De eso es de lo que se compone la literatura, de vida.

La alegría de escribir y Ejercicios de incertidumbre, de Carlos Javier Cebrián, prologados por Natxo Vidal y Javier Puig, respectivamente, son dos libros en uno. Estamos ante un libro donde la humanidad campa a sus anchas. Cebrián parte de sí mismo para acabar hablando de lo universal. Para los lectores que conocen la faceta de poeta de Cebrián, en estas obras van a poder comprobar que incide en los mismos temas: el amor o su ausencia, el paso del tiempo, la tristeza, el ejercicio literario, la literatura en sí, la incomprensión del mundo y un largo etcétera de obsesiones que hacen que la literatura de Carlos Javier sea un amplio catálogo del hacer literario.

Enfrentarse al mundo

Enfrentarse al mundo / porEduardoBoix

Estos artículos, veintidós en La alegría de escribir y treinta y uno en Ejercicios de incertidumbre, beben de la obra de Michel de Montaigne, considerado el creador del ensayo. Sus textos son reflexiones acerca de su mundo y que, utilizando citas de otros, canciones o fragmentos que apoyan lo que él mismo narra, van guiando al lector en la tan difícil reflexión filosófica. No hablo de que su literatura sea densa o pesada, tan solo que Cebrián utiliza todas las herramientas a la hora de mostrar sus tesis o temas. Un tema, muchas veces conductor de otras ideas, es el miedo. Carlos Javier temió nacer, más bien temió venir al mundo, como nos cuenta en su texto Fórceps. Este mundo es inhóspito, y de eso da cuenta Cebrián: «Tengo miedo. ¿A qué tengo miedo? A muchas cosas en realidad, a que te vayas, ya te has ido, a volver a empezar, ya lo hice muchas veces, a la muerte y al morir en grado diferente, a la muerte sobrevenida, a la enfermedad, que es posible, esperemos que no, que esté llamando a mi puerta -¿cómo es posible que el propio organismo se convierta en tu enemigo?-, al vacío, a la soledad, aunque menos, al desamor, ya lo he sentido, a las despedidas, al propio miedo, a la guerra, a la incomprensión del mundo, al sinsentido de esta vida.

La alegría de escribir y Ejercicios de incertidumbre no son dos obras en un solo volumen que se puede leer por ambas caras. Estos artículos son una extensión de toda la obra de este autor ilicitano, que utiliza su literatura como un escudo ante el mundo que le rodea. Quienes han leído su obra o le conocen sabrán de la importancia de la literatura en su vida, a pesar de que él, a veces, anuncie su retirada. Estos artículos son el claro ejemplo de que sigue, que la literatura en él está más viva que nunca y que tiene mucho que contar. Porque, cuando se escribe, se eterniza uno. Como nos dice la Premio Nobel polaca Wislawa Szymborska en el poema titulado La alegría de escribir, como la primera obra de este volumen: «¿Existe, pues, un mundo/cuyo destino regento con absoluta soberanía?/¿Un tiempo que retengo con cadenas de signos?/¿Un vivir que no cesa si éste es mi deseo?//Alegría de escribir./Poder de eternizar.