Naomi Wolf (San Francisco, 1962), escritora y feminista representante de la tercera ola, conocida por su ensayo The beauty myth (1990), publicó en 2012 una obra polémica convertida en éxito de ventas en EE UU. Vagina no deja indiferente: está provocando tanto alabanzas cuanto detracciones. Según la revista norteamericana Publishers Weekly, es uno de los mejores libros de ciencia del año; literatas como Zoë Heller -Diario de un escándalo- la califican de «chapuza, llena de generalizaciones infantiles». La autora advierte que, aun cuando las implicaciones de sus investigaciones serán válidas para mujeres de cualquier tendencia sexual, su principal interés «es la interacción física y emocional de las mujeres heterosexuales con los hombres», ya que la fisiología del eros lesbiano y bisexual merece su propio estudio. Y defiende una controvertida tesis: la profunda conexión existente entre el cerebro y la vagina más allá del placer o, dicho con sus palabras, «es posible que el orgasmo femenino y la confianza y la creatividad estén relacionados».

La obra mezcla experiencias personales, hallazgos científicos, entrevistas a mujeres, referencias a la literatura, a la música, a la historia con teorías que rozan lo místico, e incluso la cursilería más ñoña; aunque ello no es óbice para aludir de manera directa al clítoris, a la vagina, al punto G, al cuello uterino, al perineo, al ano, a la eyaculación femenina, a la diversidad de orgasmos? Atención especial merecen los capítulos dedicados a la pornografía -una droga que «adormece a la gente, no solo en lo político y conceptual, también en lo erótico»- y a «las joyas de la diosa», el apartado más seductor, ya que ofrece información acerca de la práctica tántrica -tan ajena a la mentalidad occidental-, y utiliza un lenguaje inusual de cuidados y mimos hacia la vagina.

Agradecemos a Naomi Wolf la recuperación de «la diosa» en un mundo excesivamente fálico; también su insistencia en una vida sexual satisfactoria como garante de nuestro bienestar. No obstante, sobran espiritualidad y pseudociencia con afirmaciones como «la dopamina es la principal sustancia química feminista», «la vagina es el sistema de suministro para los estados mentales que llamamos de confianza, de liberación, de autorrealización e incluso de misticismo de las mujeres» o «los investigadores pueden identificar a las mujeres que tienen orgasmos vaginales por su forma de andar», entre muchas otras. Lean, juzguen y practiquen.