Keri Smith es una joven ilustradora y bloguera (Wis Jar Journal) estadounidense que ha logrado un remarcable éxito con sus obras, editadas ya en varios países. Como autora, la principal cualidad de Smith es la creatividad. En sus libros, el lector encuentra una creatividad sencilla, fresca, directa, que le atrapa de inmediato porque resulta sorprendente. Nada adora más el público actual que la sorpresa, y esta puede ser la razón del extraordinario éxito Smith, logrado en apenas unos años.

Destroza este diario fue la obra que la dio a conocer. Se publicó en 2007, y continúa reimprimiéndose en la actualidad. No es difícil entender las causas del fenómeno. Nos han educado en un respeto por los libros que, en ocasiones, incluso ha sido excesivo. Encontrarnos, de pronto, con uno concebido para ser rayado, pisoteado o arrojado contra la pared o a la basura, produce una considerable impresión. Nos sentimos desconcertados y no sabemos cómo actuar. Después, claro está, cada persona reacciona de una manera, como es natural. La trasgresión -si, como ocurre en este caso, carece de consecuencias-resulta atractiva porque nos ayuda a romper la monotonía.

Hasta aquí, uno no tendría nada que objetar a los libros de Keri Smith, que no sea celebrar su éxito. Pero el creador de hoy no se conforma con vender ejemplares, exige también que reconozcamos su contribución a la cultura -a la gran cultura, naturalmente. Smith no quiere que la ligereza de su obra nos confunda y para ello nos advierte que «en la trastienda de su libro se esconde una investigación profunda». Debe ser verdad, pero al lector suelen importarle poco los andamios con que el autor levanta su obra. Lo que nos interesa de Destroza este diario es su frescura y no la trastienda que pueda haber detrás. Pero, Keri no se da por vencida y continua diciéndonos que su libro «es un lugar para que las ideas y las cosas existan sin la necesidad de ser juzgadas». ¿No juzgar las ideas? ¿No juzgar las cosas? Y ¿a dónde acabaríamos de seguir ese camino sin juicios? ¿Quizá abrazando los prejuicios, como nos previene Aurelio Arteta?

LOS NUEVOS MUSEOS

Tal como van las cosas, llegará el día en que al entrar en un museo no sepamos exactamente qué vamos a encontrarnos. Y así, podría suceder que allá donde pensábamos ver unos cuadros de Renoir, Cézanne, o cualquier otro artista, nos tropecemos con unas elegantes chaquetas de Armani o unos refinados trajes de Tom Ford. Desde que el Guggenheim abriera sus salas al diseñador italiano, la moda ha entrado en los museos y, por lo que parece, lo ha hecho para quedarse. En un mundo donde los juicios de valor se baten en retirada, los viejos templos del arte han perdido su papel tradicional. Los museos son hoy en día lugares de exhibición, preocupados por liderar el ranking de visitantes. El mundo de la moda supone para ellos una oportunidad que no dejarán escapar. Ni siquiera el Thyssen quiere perderse el festín y anuncia una muestra para los próximos meses: Valentino: Master of Culture. Por si calificar de maestro de la cultura al modisto italiano no fuera pedigrí suficiente, Guillermo Solana, el director del Thyssen, se ha apresurado a declarar que «Valentino es un clásico absoluto, indiscutible». Si estos es así, ¿quién negará a un clásico la entrada en un museo?