Hay ciudades que llevan una doble vida. Por un lado, brillan en las noches cálidas, se perfuman, despliegan luces y comodidades, se complacen en su propia observación y nunca pasa nada. Son imágenes inmóviles del éxito para todos. Son bronceador, sandía y democracia.

Farolillos que se balancean tranquilos con la brisa del mar. Vertederos de tópicos y esperanzas. Rentabilísimos espejismos.

Pero ¿qué sucede cuando termina el verano y cae la tramoya y el viento del sudeste lo golpea todo día y noche? Los centros de ocio masivo, y lo mismo vale una feria que una ciudad turística, cuando quedan abandonados tienen un aire de terror que nos fascina. Acabada la fiesta se intuye el latido del mal. Un mal sin rostro exacto. Casi una venganza. Una necesaria compensación de la oscuridad frente a la luz absoluta de la temporada de los negocios.

Cámara Gesell es una fantasía sobre la vida de una ciudad de recreo de la costa Argentina en los meses de invierno. De la mano de un narrador plural en el que destaca la voz del cronista local, Dante, se pasea al lector por el mismísimo infierno. La novela toma su título del ingenio de habitaciones paralelas separadas por un espejo de una sola dirección. Desde un lado se puede ver lo que ocurre en el otro, pero no al revés. El cine lo ha retratado prolijamente. A este lado quedan los probos y horrorizados ciudadanos y los polis atónitos. Del otro, los peores delincuentes y los desgraciados. Precisamente eso propone Guillermo Saccomanno: pegar la nariz del lector al cristal que lo separa del caos y la muerte y la desesperanza y que no existe.

La novela funciona como un carrusel de relatos negros entre los que se distingue un cuerpo central que hace avanzar la trama: un caso de abusos a menores en un exclusivo colegio, especulación urbanística, la sombra del pasado nazi, perversiones burguesas, telarañas de crímenes que ahogan un mismo centro, toneladas de violencia y frustración y perplejidad frente a un sistema que se devora a sí mismo como si fuese la condición de su vuelta a la vida para la temporada que se avecina.

Pero sobre todo es una obra literariamente extraordinaria. Es un homenaje a veces explícito a la gran literatura americana, del norte y del sur.

En su estrategia de presentar a los personajes que hacen Villa Gesell en forma de relatos fraccionados, en más de una ocasión lo que se está brindando son cuentos perfectos de una página. Narraciones que por sí mismas justificarían todo el volumen y que ayudan a crear un clima sugestivo en el que sentir auténticos escalofríos.

Saccomanno despliega un sentido del ritmo y de la arquitectura del relato magistrales. Sabe elegir dónde detener la mirada. Se maneja con la misma naturalidad y con la misma fortuna en el vuelo de la bronca poética y en el lunfardo de pistola y barrizal. Y con esos materiales consigue un retrato del horror de clase media que sucede en Villa Gesell, pero que obliga al lector a repensar sus propios lugares. Al final todo orbita alrededor de la vieja idea de los órdenes enfrentados y las hormigas que devorarán Roma: al orden armónico de arriba, corresponde el orden caótico de abajo, el de los seres que se entregan calladamente a la destrucción del mundo mientras por encima de sus cabezas, inconscientes, taconean los turistas sobre la piel del monstruo.

GUILLERO SACCOMANNO

CÁMARA GESELL

SEIX BARRAL. 621 PÁGINAS. 23 EUROS