Nuestras vidas están enmarcadas en calendarios religiosos, y este mes no podremos evitar asistir a la celebración más esperada del año, la Navidad. Quizá sea el momento idóneo para leer el último libro de Matthew Kneale (Londres, 1960). Historia de las creencias contada por un ateo no está dirigido a un público impío: ofrece una rigurosa mirada sobre la variación de los credos a lo largo de la historia, una documentada visión del panorama religioso en distintas partes del mundo que cautivará también a quienes abrazan la fe.

El historiador afirma que, desde el primitivo arte figurativo hasta la actual cienciología, los cambios en nuestros temores han ido modificando las profesiones fervorosas. En tiempos de caza y recolección, o con la agricultura, se adoraba a dioses que ayudaran a la supervivencia diaria. A medida que se fue volviendo más segura la existencia, surgieron distintas invenciones como el paraíso, los pactos con dios, el fin del mundo o las brujas. Así, mientras la Epopeya de Gilgamesh revela una religión mesopotámica sin cielo, los egipcios lo incluyeron ofreciendo un tipo de seguridad completamente nueva. Si antes del monoteísmo de Oseas, «los individuos se identificaban como ciudadanos de una ciudad, habitantes de una región, hablantes de una lengua o una mezcla de las tres cosas», a medida que se fue difundiendo -desde el judaísmo al cristianismo o al islam-, se produjeron la cara y la cruz de la devoción: una intensa identidad y una vehemente intolerancia (¿es necesario recordar las persecuciones llevadas a cabo por la Inquisición?).

Las personas creen, inventan divinidades para apaciguar su sed de consuelo; ahora bien, paradójicamente, a la falta de atención por parte de sus dioses no han reaccionado «con resentimiento, como cabría esperar, sino más bien con una devoción redoblada». Este ensayo corrobora que «las principales religiones, desde el zoroastrismo al budismo y el cristianismo, se impusieron cuando lograron convertir al líder de un Estado poderoso»; que las distintas religiones se han visto forzadas a tolerar a sus rivales, si carecían del poder necesario para destruirlos. Su lectura resulta ineludible.