Al calor (...y olor pecuniario, todo hay que decirlo) de la conmemoración del 50 aniversario del asesinato del presidente norteamericano J.F. Kennedy, los libros centrados en las diversas teorías sobre el magnicidio o, más ampliamente, en su vida y obra , llenan estos días los expositores de novedades de nuestras librerías. Entre esa decena larga de libros publicados en España con motivo de la conmemoración, dos de ellos vienen precedidos de un gran éxito de ventas en su país de origen, Esta-dos Unidos, éxito que se debe no sólo a su contenido y a la notoriedad de sus autores, sino también a la perspectiva conservadora con que abordan el tema de la vida y muerte de Kennedy que es la predominante entre el público norteamericano.

Caso abierto. Historia secreta del asesinato de Kennedy (Debate) es el resultado de una investigación de cinco años. Su autor, Philip Shenon, un destacado periodista de investigación del New York Times, reconstruye, a través de entrevistas a los abogados que participaron en la Comisión Warren, cómo ésta llevó a cabo su tarea. Shenon demuestra que su labor fue torpedeada con la ocultación, extravío y destrucción de pruebas por parte del la CIA y el FBI (incluso el destrozado cerebro del presidente desapareció).

Los cuatro responsables de que se aceptara la farsa que fue la Comisión Warren, fueron, según Shenon, Edgar Hoover, director del FBI, Richard Helms, director de la CIA, el presidente de la comisión, el juez Warren y... el propio Robert Kennedy, quien aceptó y firmó sus conclusiones, cuando de manera privada las rechazaba, porque estaba plenamente convencido de que el magnicidio de su hermano era el resultado de una compleja conspiración en la que, según él, había intervenido de manera destacada la Mafia. Otro dato no conocido que revela es que la comisión se reunió en secreto con el mismo Fidel Castro con el objeto de saber si los servicios secretos cubanos habían estado implicados en el asesinato, obteniendo una rotunda negativa del mandatario cubano. A pesar de lo cual Shenon se muestra proclive a aceptar la teoría de la conspiración organizada por cubanos y soviéticos.

Matar a Kennedy (La Esfera de los Li- bros) es un libro publicado en los Estados Unidos el pasado año del que se han vendidos ya más de un millón de ejemplares en aquel país y es el origen de la película para la televisión del mismo título dirigida por Ridley Scott. El autor principal es Bill O'Really, presentador de uno de los espacios divulgativos de mayor audiencia en Estados Unidos, columnista y coautor -también como en éste- con el historiador Martin Dugard, de Matar a Lincoln en el que se inspiró la conocida y exitosa película que lleva ese mismo título.

O'Really y Dugan reconstruyen con minucioso detalle la trayectoria personal y política de Kennedy desde su elección hasta los días posteriores del magnicidio, pero también la de Lee Harvey Oswald desde su estancia en la Unión Soviética hasta su asesinato por Jac Ruby en las dependencias de la policía de Dallas al día siguiente del magnicidio. Nos presentan a Kennedy como un presidente carismático cuyas contradicciones son explicables por las difíciles circunstancias en que tuvo que gobernar: la invasión y derrota por Castro en Bahía de Cochinos, la crisis de los misiles, Vietnam, el movimiento de los derechos civiles. Y en lo personal como un católico ferviente, de misa diaria y confesión frecuente, padre y esposo amantísimo. Pero, paradójicamente, su narración minuciosa, realizada casi con técnica de guión cinematográfico, contradice esa valoración tan positiva y nos muestra a la vez las ambigüedades y contradicciones del personaje Kennedy deja en la estacada a los anticastristas en Bahía de Cochinos, practica una realpolitik que encubre bajo una retórica de grandes ideales un intento de superar en armamento, aunque sea convencional, a los soviéticos, pero también el empleo sistemático de la guerra sucia, como hace con Cuba con la operación Mangosta que pretendía provocar en la isla con sabotajes y asesinatos una insurrección popular contra Castro; o en Vietnam, donde la CIA tam-

bién recurre a las operaciones encubier-tas con asesinatos y toda clase de desmanes y los aviones norteamericanos arrojan napalm y exfoliantes. Los datos que nos aportan dejan entrever también el poco entusiasmo de Kennedy por el movimiento de los derechos civiles que en realidad apoyó a iniciativa de su hermano Robert. La imagen de esposo amantísimo queda enturbiada por los datos de los autores sobre sus excesos sexuales fuera del matrimonio. No es que el presidente fuera un rijoso, sino

que era un verdadero obseso sexual que puso imprudentemente en peligro con sus andanzas sexuales su propia presidencia.

Oswald, a quien los autores presentan como un comunista recalcitrante y confeso con una personalidad inestable que busca la notoriedad a costa de lo que sea, actuó, según los autores, solo, movido, según ellos, exclusivamente por su sed de notoriedad y angustiado por su fracaso conyugal.

En fin, más que ante «un ensayo sin una sombra de ficción» como pretenden los autores, estamos ante un ensayo-producto, pensado principalmente para el mercado. Aunque indirectamente todo ese cúmulo de datos reales nos deja entrever que pretender, como quieren los autores, que la presidencia de Kennedy fue el reino de Camelot y el presidente, Arturo, rey de Britania, poco tiene que ver con la realidad. No es sino una falsa leyenda.