La Revista de Obras Públicas daba así la noticia: "El aspecto de la obra encantó realmente a los concurrentes al ver cómo se había conseguido encerrar a la materia resistente dentro del espesor de unas cuantas líneas que dibujaban sobre el fondo claro del cielo simples curvas de presiones impuestas por el autor del proyecto. Representa un triunfo de la ciencia y del arte de la construcción".

Este puente es un paradigma del estado de la técnica de construcción en hormigón armado en España tanto como desarrollo del entonces nuevo material como de su aplicación en el diseño de puentes. El hormigón armado era tan novedoso en nuestro país a comienzos del siglo XX que Antonio Sanchís, el ingeniero de caminos de la Jefatura de carreteras de Alicante encargado de informar los proyectos el concurso del puente de Elche, muestra en 1910 explícitamente su desconocimiento del nuevo material:

"Desde luego he de confesar mi total desconocimiento práctico de este material pues no he tenido ocasión de ver ninguna obra".

El 16 de Febrero de 1910 la Gaceta de Madrid publica la convocatoria del concurso del proyecto y construcción del puente. Al frente del Ministerio de Fomento se encuentra Rafael Gasset, uno de los hombres más lúcidos que pasaría por ese departamento.

Al concurso, de proyecto y obra, se presentaron cuatro propuestas de otros tanto ingenieros de caminos, de las que solamente una contenía una única solución, mientras que el resto proponían tres, y una de ellas hasta cuatro. Concurren ingenieros de la talla de Jose Eugenio Ribera, profesor de la Escuela de Caminos de Madrid, e introductor del hormigón armado en España, así como Próspero Lafarga, ingeniero aragonés afincado en Alicante que compaginaba su cargo de ingeniero director del puerto de la ciudad con el de proyectista, actividad en la que destaca su proyecto de puente en Alcoy que lleva también el nombre de Canalejas (inaugurado en 1907).

El 19 de Mayo de 1911 un Real Decreto otorga la obra a la tercera solución de las presentadas por Mariano Luiña Fernández, una bóveda de hormigón armado de 50 m. con un tablero del mismo material conectado con la bóveda por medio de esbeltos tabiques aligerados en los extremos. Mariano Luiña era un ingeniero de caminos de la promoción de 1.898, en la que ostentaba el nº 4. Ignoro si llegó a tomar posesión de algún destino en el Estado, pero en 1902 ya estaba trabajando en la empresa de construcciones de Ribera, y en representación de éste dirige las pruebas de carga de las delgadas e innovadoras bóvedas de hormigón armado para el depósito de agua de Gijón, el mismo diseño que luego se haría tristemente famosa en el derrumbamiento del tercer depósito de Madrid, obra que estaba dirigiendo Mariano Luiña en 1905 para la empresa de Ribera con el resultado de 29 trabajadores muertos y 46 heridos.

¿Por qué el puente de Canalejas de Elche es una obra notable? José A. Fernández Ordóñez, catedrático de Historia y Estética de la Ingeniería de la Escuela de Caminos de Madrid, estableció una sistematización de las cualidades que deberían evaluarse para justificar la relevancia patrimonial de la Obra Pública, resumiéndolas en cinco valores: históricos, técnicos, estéticos, simbólicos y de uso. El puente de Canalejas de Elche los tiene todos.

Hay que destacar sus aspectos técnicos innovadores. Con sus 50 metros de luz libre (abertura entre apoyos de la bóveda) fue record de España de puentes de bóveda de hormigón armado. Fue calculado aplicando métodos innovadores alejados de los convencionales y empíricos que se utilizaban en el siglo XIX. El tablero del puente (la losa superior por la que circulan vehículos y peatones), también de hormigón armado, está fuertemente vinculado a la bóveda lo que aporta gran rigidez al conjunto y sin duda contribuye a que este puente permanezca en servicio cien años después de su inauguración, sin haber requerido intervenciones de refuerzo estructural como consecuencia del aumento de las cargas de tráfico con relación a las que se utilizaron para su cálculo.

Los aspectos formales y decorativos del puente de Canalejas de Elche nos permiten entender el pensamiento estético de los ingenieros de caminos en la época en que fue construido. Para ellos el problema estético era secundario en el proyecto de puente: residía en su ornamentación, lo que además se producía solamente cuando la obra estaba situada en medio urbano; si por le contrario estaba emplazada en medio rural no se consideraba tratamiento decorativo alguno por considerarlo un derroche económico. En cualquier caso la ornamentación del puente debía de limitarse a elementos que no alterasen ni falseasen la expresión estructural del conjunto, como el mismo Luiña escribe en la memoria del proyecto.

La decoración del puente de Elche evidencia una voluntad de dar al puente una monumentalidad que se manifiesta, tanto en los castilletes que enmarcan sus dos extremos y que remiten, salvando las distancias, a otros de Paris o Viena construidos en la misma época, como en el tratamiento de la barandilla. Luiña repitió esos castilletes en el viaducto de Teruel del que fue constructor en 1930. Hay otro aspecto formal que también hay que destacar como es el tratamiento de los tabiques que conectan el tablero con la bóveda terminan en unas aberturas en toda su altura que no tienen ninguna función estructural y que constituyen un artificio para crear un espacio más diáfano bajo el tablero.

Sin embargo, en la cultura popular que rodeaba a la construcción de Obras Públicas en esa época primaba la percepción de un puente realizado con las últimas técnicas y materiales como un paradigma del progreso por encima de la calidad visual de la construcción.

El nuevo puente tiene también un significado urbanístico. La obra formaba parte de la travesía urbana de Elche de la carretera Alicante-Murcia, y la existencia de un solo puente sobre el Vinalopó, el de Santa Teresa, exigía un giro de la vía desde la plaza de Baix (ayuntamiento) por la margen del río para alcanzar ese antiguo puente. El puente de Canalejas lo evita dando continuidad a la alineación de la plaza al mismo tiempo que crea un eje de crecimiento urbano en la margen derecha del río.

El puente de Canalejas de Elche nos da hoy día una lección de dominio y capacidad técnica, sensibilidad y maestría constructiva. Coloca a esta ciudad en la historia de la mejor tradición de la ingeniería civil española.