Por su proximidad, su historia y su demografía, Argelia fue, durante el periodo colonial, un territorio muy especial tanto para Francia como para el sureste de la Península Ibérica. De la conquista inicial del litoral, administrado por los otomanos, se fue pasando a la ocupación de un territorio que terminó sumando casi 2,4 millones de kilómetros cuadrados. Para el mundo musulmán era una parte de tierra de islam, la primera, que se perdía a manos de los cristianos desde las Cruzadas; para los magrebíes, fue la culminación de varios siglos de decadencia ante Europa; y para los autóctonos representó el desarraigo y la pérdida de sus tierras y valores ancestrales. Para la Francia del XIX, en pleno despegue industrial, era un territorio virgen y próximo para ocupar y para poner en funcionamiento en el sentido europeo y capitalista del término aunque, eso sí, al precio de enormes dificultades y de varias guerras locales.

A pesar de los incentivos de su gobierno y de los grandes propietarios, los franceses no emigraron como se esperaba hacia aquella colonia. Sin embargo, desde muy pronto afluyeron españoles de las comarcas del Levante peninsular: valencianos, alicantinos, mallorquines, mahoneses, murcianos, almeriensesÉ Todos ellos formarían junto a franceses, malteses e italianos, la sociedad europea de Argelia: personas casi todas ellas de origen muy humilde que afrontaron las tareas más duras de aquella colonización y que tras varias generaciones terminaron apegándose a su nueva tierra.

A mediados del siglo XX, Argelia se componía de tres departamentos plenamente franceses en los que vivían 1,2 millones de hombres y mujeres de origen europeo de todas clases sociales, categorías profesionales y orientación política. Junto a ellos malvivían la inmensa mayoría de los nueve millones de musulmanes, casi todos en el medio rural y muy poco integrados en la sociedad europea.

Tras la primera guerra mundial, la relación de fuerzas internas y externas se invirtió imperceptiblemente y se inició una evolución que desembocó en la guerra de independencia (1954 - 1962). La degeneración de la etapa final de la guerra, y en especial de los meses que siguieron la firma de los acuerdos de Evian en marzo de 1962, forzó y precipitó el exilio de la mayor parte de los franceses de Argelia. Muchos se tuvieron que marchar con muy poco o con lo puesto y todos ellos, al menos los que tenían entonces edad de recordar, han quedado indeleblemente marcados por esa ruptura en sus vidas y por aquella Argelia ahora mitificada en el recuerdo. Una gran mayoría se fueron a la metrópoli, pero además de Francia hubo otros lugares de exilio como Canadá, Israel, Argentina y sobre todo la provincia de Alicante.

Similitudes geográficas

¿Por qué tantos europeos de Argelia vinieron a Alicante? Por la tranquilidad y la proximidad a su tierra natal; las similitudes en la luz, el clima y el ambiente de la ciudad y de los pueblos costeros de aquel entonces; los propios orígenes de muchos de esos exiliados; las relaciones históricas y familiares entre ambas orillas del Mediterráneo; incluso porque algunos ya veraneaban en la provinciaÉ Son muchas las razones que explican la instalación o el paso por Alicante de los franceses de Argelia. Curiosamente algunas de éstas explican igualmente la presencia y el tránsito actual de argelinos por nuestra región.

Todos los exiliados coinciden en destacar el buen recibimiento que tuvieron en España donde hallaron cobijo y reconocimiento para rehacer sus vidas. La sociedad se volcó con los recién llegados y las autoridades locales se implicaron plenamente. Por su parte las autoridades estatales no dudaron en enviar, pese al veto francés, barcos para repatriar a miles de personas bloqueadas en Orán a finales de junio de 1962. Más tarde dieron pleno refugio a los miembros de la Organización del Ejército Secreto (OAS), la organización que en los quince últimos meses de la guerra luchó contra la independencia de Argelia. Es una realidad que muchos comparan con el duro recibimiento que las autoridades francesas de Argelia habían dado a los republicanos españoles 23 años antes, o con el rechazo, la frialdad e incluso la persecución en el caso de los activistas, con que se recibió a los repatriados de Argelia en una Francia saturada por décadas de guerras coloniales y sobrepasada por la repentina llegada de un millón de compatriotas. Guardando las proporciones podría decirse que en algunos aspectos España fue para los exiliados de Argelia algo parecido a lo que Francia estaba siendo para los republicanos españoles.

Ausencia de recuentos

Es difícil saber cuántas personas pasaron o se instalaron en la ciudad y en la provincia debido a la ausencia de recuentos específicos y a la diversidad interna del colectivo: españoles que volvieron sencillamente a sus pueblos y barrios de origen; franceses que no quisieron o no pensaron en pasarse por el consulado francés reabierto en aquella época, personas que ya no tenían contactos en el lugar de origen de sus antepasadosÉ Se habla de cifras que suelen oscilar entre las veinte y cuarenta mil personas, y en especial de los 30.000 pieds-noirs mencionados en la revista que éstos crearon, Le courrier du soleil, y con los que Antoni Seva Llinares tituló su libro en 1968. Pero en ausencia de las fuentes de información y de saber si se refieren a la ciudad o a la provincia, no es posible confirmar esta cifra. Los recuentos fiables están muy por debajo de las cifras señaladas. En 1970 el cónsul francés en Alicante tenía registrados seis mil franceses, la mayoría originarios de Argelia, aunque estimaba entre diez y quince mil el número de franceses que vivían en la provincia. Por otra parte, en el padrón de 1965 del municipio de Alicante sólo se han contabilizado 2.778 personas originarias o nacidas en Argelia, pero nos permite confirmar que tenían una estructura por edades y sexos equilibrada, que eran mayoritariamente comerciantes, empleados y obreros, y que inicialmente se distribuyeron por toda la ciudad aunque especialmente por los barrios del Centro, Carolinas y el Pla.

Lo que si parece claro es que por esta región pasaron decenas de miles de personas y que el vaivén entre Francia y Alicante aumentó a partir de aquellos años. Todo un ir y venir que se ha mantenido a lo largo de las décadas en especial cuando llegaban las vacaciones o las jubilaciones. Al final de los años noventa, justo antes del gran despegue de la inmigración laboral extracomunitaria, los franceses aún eran, y de lejos, la comunidad extranjera más importante empadronada en el municipio.

Cosmopolitismo mediterráneo

La ciudad de Alicante que desde el final de la Guerra Civil había mantenido ese cosmopolitismo mediterráneo que la caracterizaba era, a principios de los años sesenta, una pequeña capital de provincias. La llegada de los franceses de Argelia provocó una pequeña revolución socioeconómica. La Albufereta ha sido durante décadas el símbolo de la primera expansión urbana de la ciudad en la que estuvieron activamente involucrados los franceses de Argelia. Pero el inmobiliario no fue el único sector en el que participaron. Además del colegio francés que fundaron en 1962 fueron especialmente activos en el comercio. Cualquier alicantino de la época recuerda los restaurantes y los hoteles, los bares y las discotecas, las pastelerías y las panaderías, los pressing y las tiendas de ropa que abrieron aquellas personas llegadas de Argelia. La calidad, el servicio y el diseño revolucionaron el comercio de una ciudad y una región a la que aportaron una modernidad por aquel entonces desconocida.

Durante muchos años hubo una polémica en torno a la OAS en Alicante. Ahora que ha pasado el tiempo y que cuesta menos romper el silencio, es posible confirmar que durante los tres primeros años unas pocas decenas de activistas de la OAS se reestructuraron en Alicante y que se prepararon comandos con la misión de atentar contra De Gaulle, al considerar que el presidente francés les había traicionado al aceptar la independencia de Argelia. Sin embargo estos comandos y sobre todo los que se reorganizaron en la propia Francia fueron cayendo rápidamente por la falta de apoyo y de preparación específica para su nueva misión. Si es cierto que una mayoría de los franceses de Argelia instalados en Alicante habían sido simpatizantes de aquella organización parece claro que sólo unas decenas de ellos fueron activistas durante los primeros años en España.

Medio siglo después de su llegada, muchos de aquellos pieds noirs, ya jubilados, siguen viviendo en Alicante. Esta efeméride es una buena oportunidad para recordar su contribución a la modernización de la ciudad y la calida acogida que recibieron a su llegada.