Varias imágenes del matemático Alan Turing (1912-1954).

En 1918, el alemán Arthur Scherbius diseñó y construyó una máquina para telegrafiar mensajes en clave. Su objetivo era venderla a grandes empresas como defensa frente al espionaje industrial. El invento se comercializó en 1920 y despertó escaso interés. Estaba a punto de convertirse en una curiosidad cuando el ejército alemán adquirió 30.000 de aquellas máquinas, las rebautizó como Enigma y comenzó a utilizarlas en 1926.

Recelosos frente a las aspiraciones territoriales alemanas, los polacos formaron un equipo de criptógrafos, dirigido por el matemático Marian Rejewski, que dio con las claves de Enigma. Rejewski y sus colaboradores construyeron un dispositivo de cálculo (bomba kryptologiczna) que empleaba dos horas para descifrar cada mensaje alemán.

En abril de 1939, los criptógrafos polacos pidieron ayuda a los aliados, y les confiaron (24 de julio) los diseños de las calculadoras bomba, junto con una de las máquinas Enigma que habían podido conseguir. La máquina Enigma llegó a Londres en agosto, en el equipaje del dramaturgo y actor Sacha Guitry.

Durante la II Guerra Mundial, los ingleses concentraron buena parte de sus servicios de inteligencia en Bletchley Park, un enclave situado en el sureste del país en el que llegaron a trabajar diez mil personas.

A menudo circulaba en bicicleta por Bletchley Park un individuo que se cubría el rostro con una máscara antigás. El matemático Alan Turing (1912-1954) padecía alergia y la usaba para protegerse del polen; no todo el mundo conocía la identidad del ciclista enmascarado, de modo que en ocasiones quienes se cruzaban con él se llevaban un buen susto, pensando que se había dado aviso de un ataque inminente.

Turing era el autor de un artículo (On computable numbers, 1936) en el que había sentado los cimientos de la informática al establecer "los límites de lo que es calculable por un ordenador" (R. López de Mántaras); de modo que se pensó en él para que rediseñara las máquinas "bomba" polacas, que a mediados de 1940 habían quedado ya obsoletas.

Turing aplicó al diseño de las nuevas máquinas un conjunto de fórmulas matemáticas que explotaban las debilidades del sistema de cifrado alemán (como que una letra nunca pudiera "traducirse" por sí misma), y logró reducir a la mitad el tiempo que hasta entonces se requería para descifrar un mensaje. A modo de reconocimiento a sus predecesoras polacas, Turing llamó a sus máquinas bombes. En 1941 había quince bombes funcionando en Bletchley Park; a fines de 1942, eran ya 49. Sustituidas en 1943 por los Colossus Mark 1 y 2, cinco veces más rápidos, las bombes de Turing están consideradas como las "madres" de los actuales ordenadores.

Aunque los alemanes modificaban constantemente sus métodos de cifrado, los procedimientos matemáticos aplicados por Turing y su equipo para descodificarlos, permitieron que los ingleses leyeran las comunicaciones alemanas durante la mayor parte de la guerra.

Terminado el conflicto, Turing comenzó a trabajar en la Universidad de Manchester, donde colaboró en el diseño de los primeros ordenadores comerciales.

En 1952, Turing fue acusado de homosexualidad ante un tribunal y condenado. Se le dio a elegir entre la cárcel o la castración química, y optó por esta segunda posibilidad. Su carrera académica quedó interrumpida, porque se le prohibió el acceso a "información confidencial", etiqueta que podía aplicarse a la mayor parte de su trabajo.

Turing murió en 1954 en su casa de Wilmslow, en Cheshire. Había estado trabajando en un proyecto para dar con un herbicida eficaz (era aficionado a la jardinería); junto a su cadáver se encontró una manzana mordida contaminada con cianuro.

Barry Cooper, director del comité que coordina los actos organizados en el Reino Unido con motivo de su centenario (Turing nació el 23 de junio de 1912) , recuerda que, todavía en los años 60, mencionar su nombre en la Universidad de Manchester provocaba gestos de incomodidad.

Sara Turing (1881-1976) escribió en 1959 una biografía de su hijo Alan y la ofreció a diversas editoriales, ninguna de las cuales mostró interés por el libro. Sara publicó a su costa una edición de 300 ejemplares, varios de los cuales se ofrecen hoy en eBay por unos dos mil euros.

Sara ignoraba en 1959 el trabajo de Turing en Bletchley Park, clasificado como secreto hasta los años setenta. En 1975, el el historiador de la informática Brian Randell, de la universidad de Newcastle, le dirigió una carta en que le detallaba el papel desempeñado por su hijo durante la guerra. Con el título de Alan M. Turing - Centenary Edition (194 p.) Cambridge University Press ha reeditado la biografía de Turing escrita por su madre.

Una iniciativa popular recogió en 2009 miles de firmas para que el Gobierno británico pidiese disculpas por el trato dispensado a quien, según Winston Churchill, había realizado "la mayor contribución individual a la victoria de los aliados". El primer ministro Gordon Brown afirmó en septiembre de 2009: "La deuda de gratitud que contrajimos con él hace aún más horrible el trato inhumano que recibió". El pasado mes de febrero, el ministro británico de Justicia Lord Mac Nally rechazó una nueva petición para que se revocase la sentencia de 1952contra Turing; el argumento esgrimido por el ministro fue que el veredicto se ajustó a las leyes entonces vigentes en Gran Bretaña.